El incesante bombardeo de drogas narcóticas dispara las conjeturas sobre la utilización del territorio como puente para el trasiego internacional de la sustancia. Es inexplicable que pese a los duros golpes de las autoridades el tráfico, antes que replegarse, persista en el trasiego de cocaína a República Dominicana a través de diferentes vías. La Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) informó que una avioneta procedente de Venezuela en un vuelo irregular fue detectada por un radar y forzada a aterrizar en un cañaveral de Higüey. Lo lamentable es que los ocupantes no pudieron ser capturados. Pero casi de manera simultánea fue interceptada una embarcación en las costas de Barahona, donde se ocuparon 133 paquetes de cocaína y se detuvo a tres dominicanos. Esos y otros casos sugieren que la persecución del narcotráfico tiene que acompañarse de una profunda investigación para determinar si las redes cuentan con conexión en los cuerpos de seguridad. Porque es sospechoso el desafío del narcotráfico, que en sus operaciones no solo utiliza la vía marítima, sino también la aérea. Los dos últimos casos son un ejemplo.
El Nacional
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