Opinión

Sin alternativa liberal

Sin alternativa liberal

A medida que se acercan las elecciones en nuestro país resulta evidente que aquellos que nos identificamos con la corriente clásica del liberalismo quedaremos nuevamente sin posibilidades de hacer contar nuestras posiciones donde importa, en los votos. Procesos políticos coyunturales de los Siglos XIX y XX fueron alejando de forma permanente a la mayoría de los Estados occidentales de los principios básicos que les vieron nacer. La República Dominicana no es una excepción, nacida del liberalismo clásico que profesó Duarte hoy se erige como la antítesis de ello con un Estado que se siente en la potestad de regular los procesos sociales como el matrimonio, los derechos de la mujer, el derecho a la muerte digna, etc. así como los procesos económicos como la propiedad, la asociación comercial y los mercados. Lo peor de todo ello es que para nosotros se acercan ya las elecciones y no vamos a tener alguna casilla que marcar para mostrar nuestra inconformidad.

Todos los partidos políticos relevantes en la República Dominicana son similares en sus plataformas propositivas y acciones, por lo que enfocan sus discursos en abstracciones sobre su supuesta voluntad política para enfrentar problemas siendo generalmente vagos al momento de detallar soluciones o planteando fórmulas ampliamente demostradas como un fracaso. Ni siquiera los partidos alternativos han mostrado voluntad de distanciarse del modelo, y solo pretenden presentarse amparados en una imagen de “pulcritud” que no luce. Nuestro país sufre una carencia severa de alternativas políticas reales.

Ningún partido dominicano plantea la separación de las creencias religiosas de la planificación y ejecución de las políticas públicas, todo lo contrario, al menor lloriqueo de las Iglesias Católica y Evangélica todos se doblegan. Ninguno de los partidos habla del levantamiento de las restricciones burocráticas al comercio como solución a poner fin a las prácticas oligopólicas y monopólicas que actualmente inundan la economía dominicana y socavan el crecimiento general de la economía y la capacidad de generación de empleos, todo lo contrario, todos hablan de regular, controlar o que directamente el Estado asuma la función de los participantes del mercado repitiendo los mismos errores del pasado.

Los dominicanos que nos identificamos con el desarrollo de las libertades individuales y que no deseamos un Estado paternalista estamos políticamente huérfanos de representación. Los “ideales duartianos” han sido secuestrados por ultra-nacionalistas y con demasiada frecuencia se emplean en un contexto xenófobo, por lo que en el momento actual son irreivindicables para situarles en el lugar que corresponden.

Ni los socialdemócratas dominicanos son tal cosa, ni los liberales y mucho menos los reformistas pretendiendo aplicar un falso pragmatismo tendente a perpetuar los mismos problemas existenciales que ya tiene el país. Los pocos movimientos que si existen le ponen especial empeño a ser todo lo contrario al liberalismo. Ya está acercándose el día del 2016, y me siento tan apenado porque es probable que nuevamente me tenga que quedar sin votar.

El Nacional

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