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Solidaridad hacia Haití lo atestigua

Solidaridad hacia Haití lo atestigua

Desde el dolor inexplicable y desde las lágrimas quemantes, desde la inocencia agrietada y desde el estupor y la desolación agónica, el sentimiento de tragedia conmueve las sensibilidades más disimiles e indiferentes.

Nada como la tragedia une voluntades y devela lo humano que pervive en cada ser. Si la muerte es unánime, la tragedia, su hermana, se le une en la capacidad incondicional de conmover.

Se necesitó el peso abrumador de una catástrofe para que tantos entendieran lo que pasaba en una nación diluida y abismada, al borde de la nada.

El mundo ha sentido, viéndolo ante sus ojos, cómo un pueblo desgarrado, se va al suelo en sólo segundos de  telúrico estremecimiento de la razón.

Con el derrumbe de todo en Puerto Príncipe, la capital haitiana, hubo un despertar mundial que no ha cesado ni se debe interrumpir por ahora.

El hombre es en ocasiones monstruoso, los hombres son buenos. La frase de Tagore da a entender con transparencia lo que sucede cuando la gente de modo colectivo asume la causa de toda la humanidad.

El mundo es fundamentalmente trágico.

Lo que se hace cada día en él y por él no tiene otra finalidad que la de aliviar. Lo que se añade no es menos ilusorio que la imagen fugaz del espejo.

Advirtiendo esa realidad, asumiendo sus aristas angustiosas, millones de personas toman conciencia de la solidaridad que nos implora una mirada infantil, el llanto de una criatura abrumada a una edad en la que no entiende lo que pasa.

El destino de millones de almas laceradas aun esta en un proceso de incertidumbre.

Nada de extraño hay en que los artistas, esencias de la presencia global del que ha sido  llamado este valle de lagrimas, sean los primeros en responder a cualquier llamado de ofrecer su arte y de acudir aun antes de ser convocados.

Se trata de la gente más sensible, más adiestrada en el dolor y el estrago.

No deja de oprimir la garganta el múltiple escenario haitiano lleno de gemidos y sollozos interminables. Quien lo ha perdido todo ya se va a sentir con escasas razones para vivir.

El golpe fundamental del terremoto no ocurre en el plano físico ni en la memoria siquiera. Es una sensación desoladora que no admite los artificios de una locución.

Aliviar a la gente, sobre todo en su dolor sin nombre, ha de convertirse en una propósito alto e incondicional.

Desolación

Lo que se vive por esos días en Haití crea una sensación desoladora que no admite los artificios de una locución.

Aliviar a la gente, sobre todo en su dolor sin nombre, ha de convertirse en un propósito alto e incondicional.

El Nacional

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