El presidente Barack Obama ha definido a Venezuela como una amenaza extraordinaria para la seguridad interior de Estados Unidos, lo que equivale a señalar que las relaciones entre ambos estados ingresan en un peligroso nivel de confrontación.
La Asamblea Nacional ha otorgado plenos poderes al presidente Nicolás Maduro, quien ha denunciado que la Casa Blanca intenta derrocarlo, mientras que la canciller Delcy Rodríguez anticipa que Washington impulsaría un bloqueo financiero y comercial contra la patria de Bolívar.
Esa creciente tensión entre Washington y Venezuela ha de ser motivo de seria preocupación para América Latina, que desde los conflictos de Nicaragua y El Salvador, hace casi cuatro décadas, no ha sido escenario de crisis mayores, políticas o bélicas.
En Nicaragua se desató una confrontación civil en la década de los 80, después que el presidente Ronald Reagan proclamara que el régimen de esa nación representaba un peligro para la seguridad de Estados Unidos, por lo que hay motivos para preocuparse ante la proclama de Obama.
Se sabe que Venezuela padece una grave crisis económica y financiera, así como un precario nivel de gobernanza, pero aun así, Washington debería dejar el camino expedito para que los venezolanos procuren vías de solución a sus problemas políticos, económicos y sociales.
El presidente Maduro parece compelido a alejar el pie sobre el acelerador de su proyecto socialista para dar paso a fórmulas de avenencia política, tal cual lo hace la Revolución cubana, con más de medio siglo de confrontación contra el imperio.
Estados Unidos no debería siquiera pensar en la posibilidad de reeditar en América un tipo de confrontación o conflicto similar al de Ucrania, nación que se bate en una guerra civil basada en intereses estratégicos de Rusia, Washington y Unión Europea.
La receta debe ser la promoción del diálogo político basado en el respeto a la soberanía de la República Bolivariana, cuyo gobierno debería mudar un primer paso hacia un tipo de concertación que garantice su legitimidad y aleje la posibilidad de un golpe de Estado. Venezuela es hoy América.