En abril, hay que hablar de la niñez y de la prevención a que sea abusada. Hay que hablar de niños y niñas que viven y sufren maltrato de la familia, de las instituciones escolares, religiosas, en la calle, violencia institucionalizada, validada por las costumbres. Violencia física, verbal, emocional, sexual. Puro abuso.
La niñez es la etapa del desarrollo humano que abarca desde el nacimiento hasta la entrada a la pubertad o adolescencia, momento que puede variar entre los 12 y 13 años según la persona, hasta que termina la adolescencia, hacia los 18 años.
Antes de nacer, no somos niños/as, el concepto es cigoto o embrión. Como dice el científico Antonio Marlasca desde Costa Rica, reconocido experto en el tema, el cigoto o embrión no es una persona y si hablamos de “individuo humano” habría que excluir a los embriones de menos de 14 días”.
Oímos referirse al cigoto o embrión, como “bebé” o niño, manipulación malintencionada para justificar el “asesinato” de un material genético en proceso cuya vida no es posible hasta las 23 semanas en el útero, en términos estrictamente científicos.
Este abril, recordamos la niñez víctima de pederastía clerical, católica y de otras religiones cristianas en el país. Las 8 niñas y un niño en orgías sexuales y sadomasoquistas, en “Hogar La Ciudad de los Niños, San Francisco Javier”, de San Rafael del Yuma, en Higüey.
Los incontables niños de la calle y seminaristas, abusados por el Nuncio Josef Wesolowski, embajador del Vaticano en el país. Los niños víctimas de sacerdote pederasta Joseph Gil, polaco establecido en Juncalito aprovechándose de la inocencia del lugar.
El asesinato del adolescente Fernely Carrión, por el sacerdote Elvin Taveras Duran que abusaba de la víctima desde hacía 6 años. Y más de 20 casos sin relatar. Casos silenciados, porque las iglesias, no hablan ni denuncian, resuelven trasladando.
¿Qué pensará Jesús de las Iglesias Católicas y cristianas, frente a la pederastía? Porque la condena grave en el Evangelio y en la Biblia no es para las prostitutas ni los homosexuales, ni las mujeres que abortan, sino para quienes les hacen daño a los niños. “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”, Mateo 18, 6
En abril, hay que pensar en el abuso sexual a los niños, sobre todo, y a las niñas, en las instituciones religiosas. El Estado debe vigilar de la pederastía clerical.
Por. Susi Pola
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