Celebración del Día de las Madres
Contrariamente a la usanza en la República Dominicana, el Día de las Madres se celebra, en España, el primer domingo del mes de mayo. Se festeja de modo similar: los hijos, que tienen la suerte de tenerla, van a su casa a almorzar o bien, si les es posible, la invitan a algún restaurante para que no tenga que trabajar cocinando.
Suelen llevarle algún obsequio, aunque sea algo simbólico, para demostrarle su cariño. Un dibujito, una tarjetita con palabras de amor, suelen ser más que suficientes para una verdadera madre. Y digo verdadera porque, no sólo el hecho de haber alumbrado a un hijo la hace auténtica, sino todo lo que esto conlleva. Todos sabemos que hay madres y madres. Y muy diferentes entre ellas, por cierto.
Curiosamente, este año ha coincidido este día con la internacionalmente festejada Fiesta del Trabajo o del Trabajador. Con lo cual, al haber caído esa celebración en domingo, mañana lunes será feriado. Eso lo suelen hacer aquí cuando una fiesta cae en domingo.
Además de la alegría que aporta el Día de las Madres en numerosos hogares, hoy en Madrid resplandece el sol y ya han brotado muchas hojas de los árboles, al igual que han empezado a florecer arbustos que, con el mal tiempo que ha hecho, parecía que no lo iban a hacer nunca. Era como si hubiesen estado escondiéndose del frío, exagerado para la época, hasta comprobar que podían salir sin miedo a morir.
Además de este regalo de la naturaleza, me llama la atención de la coincidencia de las dos fiestas. El día del Trabajador junto al de la madre… Una auténtica madre es una gran trabajadora, a veces incluso antes de que su bebé nazca, si se producen percances durante la gestación.
Pero, aunque este no sea el caso, cuando nace un niño empieza un ciclo de trabajo continuo. Primero con la lactancia y la higiene del mismo. Ahora gozamos de la comodidad de los pañales desechables pero, cuando tuve a mis primeros dos hijos, eran dos piezas de tela a las que llamaban “el pico” (era la parte que iba por fuera y tenía unos lazos para que se sujetase) y “la gasa” que tenía el papel de absorber. Pero, claro, había que estar cambiando al niño de forma continua y lavar la ropa, evidentemente.
Pero, mientras el bebé se mantuviese en su cuna, aunque fuese llorón, lo podías controlar.
Empiezan a descubrir las cosas que les rodean y cuando se empeñan en algo concreto, si es frágil o peligroso para él, hay que tener mucho cuidado y ponerlo a buen recaudo. Al igual que con todos los productos tóxicos o las medicinas. Es importante, por su seguridad, que no tengan acceso a ellos. Después, cuando más o menos uno se ha acostumbrado a esa etapa, viene la que considero más difícil de manejar: la adolescencia. Ellos sufren con sus cambios hormonales pero los padres también se llevan su parte.
Una buena madre nunca dejará de trabajar, de alguna manera, para su hijo. Incluso cuando son mayores, sus problemas y preocupaciones se convierten en las suyas.
¡Felicitaciones a todas las madres del mundo, sea hoy, o no el día señalado en su país!