Tiro al blanco
El Gobierno de Venezuela, acorralado por una crisis de abastecimiento de alimentos y otros productos, bordea el delirio con la autorización al Ejército de hacer uso de armas de fuego si lo considera necesario para reprimir protestas o reuniones públicas. Cualesquiera sean las razones, la decisión es una locura que contrasta con las libertades públicas y los derechos humanos.
Es probable que el régimen de Nicolás Maduro quiera anticiparse, a través de la intimidación, a la convocatoria de nuevas protestas para conmemorar el primer aniversario del estallido de violencia que dejó unos 43 muertos y cientos de heridos y detenidos. Por supuesta incitación a la violencia todavía está en prisión desde hace casi un año, aislado en una cárcel militar, el líder opositor Leopoldo López.
Por la represión Estados Unidos suspendió el visado a varios funcionarios. Por ahora organizaciones de derechos humanos han salido al frente a una medida irracional, condenada, como cabía suponerse, por la comunidad internacional. Eso de permitir al Ejército que dispare a discreción contra reuniones y manifestaciones es un exceso inaceptable del Gobierno de Maduro.