POR: César Mella
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Cosas de marido y mujer
-“Angela, te he dicho que no me fumes en la habitación”, le manifiesta Pedro a la mujer con la que lleva 15 años de brega. A seguidas comentó entre los dientes, casi musitando: -“Carajo, esta mujer me enerva”.
Días después, se escuchó en el mismo hogar: -“Pedro, ¿cuántas veces te he dicho que no oprimas el tubo de la pasta dental por el centro y que la cierres al usarla”?. Ella tira la puerta del baño y expresa para sus adentros: -“Este hombre me agota”.
En esta interacción de personalidades resulta que cada cual ha llegado a la adultez con sus costumbres y valores.
En este encuentro el deseo de permanecer juntos establece una negociación permanente tratando de fusionar lo bueno que cada uno tiene y poniendo una pizca de tolerancia.
Una pareja es un organismo dual vivo en eterno cambio y movimiento.
De verdad que hay momentos que uno de los dos fantasea con asesinar a su media naranja, pero, a veces, por tonterías absurdas que nos sacan de quicio.
Las discrepancias en la cotidianidad a veces se encienden por trivialidades. Que él deja el inodoro salpicado de pipí cuando no de algunos depósitos de heces fecales.
Que ella tira los pantis dentro de los zapatos del marido como si fueran unas medias, etc.
Algunas veces son los ronquidos, otras las solicitudes de actividad sexual en determinadas horas y circunstancias.
El psicólogo español Francisco Gavilán dice que “no es malo discutir; lo malo es no saber hacerlo. Debemos aprender a decir lo que pensamos o esperamos sin acusar al otro”.
Consejos para convivir sin peleas frecuentes
1.- No darle trascendencia o importancia a lo que no la tiene.
¿Es esencial para nuestra relación que de nuevo la toalla se cayó al piso mojada?
2.- Echarse vainas, es decir ofender con temas álgidos de nuestra familia de origen; con nuestros defectos; con asuntos morales del pasado que se creían sepultados, etc. No fuñamos tanto con estrujarle en la cara al otro de cómo es….
3.- “Esa mujercita no me respeta”. Es una frase a evitar y traduce el agobio de quien a lo mejor respeta menos, pero, que en la tradición machista, la mujer es tenida como una “genuflexa hija mayor”. Cada cual necesita marcar límites y definir su propia parcela de libertad y autonomía.
4.- Pasar balance. Ninguno de los dos es perfecto. “Ella es impuntual y regueretea, pero mi mujer es un tronco moral y una madre ejemplar. “Ese marchante es un hombrecito complicado pero más serio que el carajo”. Si usted se sienta con calma a hacer un balance desapasionado de virtudes y defectos se explicarán por que han cumplido tantos años batallando.
5.- Madurez psicológica.- Condición que se va alcanzando con la edad. Recordando aquellos años turbulentos del noviazgo y la época dura de antes del nacimiento de estos tres muchachos, comprobarás que esas dos fieras ya son mansas y tolerantes.
Y finalmente:
6.- Hay tres cosas no aconsejables…
Agredirse físicamente, romper objetos de la casa o discutir delante de los niños.
Neutralizar una discusión reciente con un emotivo acto sexual, pues eso nos acerca al sado-masoquismo, por enervantes y fructíferas que sean esos encuentros fisiológicos, que más que amantes, remedan a gladiadores, y ofrecer dineros y regalos a la dama herida, inmediatamente termina una discusión.
Si se sintió retratado (a); pues acuda a un buen terapista de pareja.