El próximo mes comienza un nuevo año escolar que traerá consigo el ruido de la falta de aulas, una falencia que el presidente Luis Abinader ha trabajado para mejorarla enormemente, construyendo nuevas escuelas y terminando más de 30 que estaban paralizadas por estar atadas a un nudo gordiano bien amarrado por un andamiaje legal.
El ministro de Educación, Ángel Hernández, un hombre con profundos conocimientos pedagógicos y nunca separado de la enseñanza, prometió que ningún alumno quedará fuera de las aulas, aún en medio de algunas dificultades arrastradas desde gobiernos anteriores, que no concluyeron planteles escolares para tener suficiente cupo.
Existe la firme decisión de terminar 720 centros educativos dejados inclusos por la administración de Danilo Medina, levantados dentro del desaparecido programa Nacional de Edificaciones Escolares, los cuales estaban muy bien amarrados con pingües beneficios para los contratistas, y que hoy están libres de esos nexos legales, en virtud de acuerdos amistosos, sin lesionar las finanzas públicas.
En el año escolar del 2022-2023, había una sobrepoblación escolar que fue enfrentada con una atinada solución de proporcionarle un bono escolar de 500 dólares para aquellos estudiantes que no pudieron inscribirse en las escuelas públicas, y se matricularán en un colegio privado.
Existe un gran problema de acceso a los centros educativos por la gran población de niños inscritos haitianos, en perjuicio de los dominicanos que deben tener prioridad sobre alumnos de cualquier nacionalidad, una situación que amerita ser corregida, pues hay 21 escuelas donde los estudiantes de Haití superan a los criollos, destacándose una que tiene un 86 por ciento de niños del vecino del país, algo inaceptable un país con muchos problemas que resolver.
Estamos absorbiendo a Haití, gastando el 20 por ciento del presupuesto de Salud Pública para atender a las parturientas haitianas que en lo que va del año han dado a luz 26 mil niños, y además, el dinero que se eroga para las atenciones médicas de miles de haitianos ilegales que están asentados en todos los confines del país.