Opinión Articulistas

Abinader y Haití

Abinader y Haití

Hugo A. Ysalguez

Decía un connotado y reputado filósofo chino que con el presente y el pasado, construimos el futuro, un principio profundo e irrebatible que genera echarle una mirada profunda a la situación de Haití que es cada vez más compleja por el incremento de la violencia criminal, y el componente de la próxima deportación de 500 mil haitianos que harán invivible el territorio del vecino país.

El panorama de la parte occidental de la isla tiene una complejidad histórica que enlaza desde siglos a la República Dominicana, cuya independencia y soberanía ha tenido que defender a sangre y fuego en más de 14 batallas, todas ganadas por verdaderos héroes y mártires que escribieron con letras de oro sus nombres en los recintos de la inmortalidad, lo que obliga a las actuales generaciones estar alertas y en pie de asumir y resistir cualquier intento de lesionar el legado de dignos y ejemplares hombres que nunca sucumbieron ante las embestidas del enemigo.

El pasado 27 de febrero, con motivo de un nuevo aniversario de la Independencia, el presidente Luis Abinader, desde la sala augusta de la Asamblea Nacional reiteró, subrayó y ratificó su política de mano dura contra Haití y sus peligrosos designios, impulsando las deportaciones masivas y medidas más estrictas en la porosa frontera para detener el trasiego y tráfico de haitianos que inundan nuestro terruño.
Se caería en la mezquindad, no reconocer que el jefe de Estado, es el único gobernante que, en la historia contemporánea, ha tenido el valor y actitud firme de salvaguardar la dignidad y el decoro de la Patria en los ámbitos nacionales e internacionales, atributos que no asimilan, algunos prohaitianos y ultranacionalistas.

No podemos permitir que sea desconocida nuestra identidad, tradiciones y costumbres por permisividad y pasividad de muchos indiferentes ante la amenaza de Haití, cuyo primer ministro y presidente del Consejo Presidencial, anuncia la compra de armamentos de artillería para fortalecer su frontera, en vez de gastar recursos para crear un clima de convivencia y tranquilidad, eliminando la capacidad de destrucción y muertes de las bandas criminales que mantienen en desasosiego a la población haitiana que huye despavorida por los frecuentes crímenes que cometen estos grupos bien armados.

De manera, pues, que debemos acompañar al presidente Abinader, en su firme propósito de seguir expatriando haitianos y seguir ejerciendo el soberano derecho del control migratorio, como lo hacen otros países, sin recibir críticas ni censuras de organismos internacionales ni de grupos de ONGs, subvencionadas por países desarrollados.