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Afasia en el Gobierno

Afasia en el Gobierno

Luis Pérez Casanova

El Gobierno vuelve a perder una batalla de opinión pública. Tal parece que los estrategas políticos con que cuenta no hacen su trabajo o simplemente no se les toma en cuenta en decisiones que no deben dejarse a la espontaneidad.

El reperpero con el frustrado recorte del presupuesto del Ministerio de Educación evidenció a un Gobierno huérfano, sin capacidad para explicarse con claridad.

Los funcionarios, asesores y expertos en comunicación política saben que una decisión tan controversial como la de mutilar el 4% suponía antes de proponerse desde un globo de ensayo hasta un proceso para condicionar a la opinión pública.

La partida, sin importar que se haya dilapidado o que no haya cumplido su cometido, va más allá de un monto. Se trata de un galardón en la lucha con que sectores progresistas enfrentaron a los gobiernos del PLD.

La actual administración no se proponía eliminar el 4%, un porcentaje que tendrá que revisarse, sino disponer de los montos que por distintas razones no se han utilizado, en programas contra la inflación y la desigualdad.

Se sabe que por nudos legales hay muchos planteles cuya construcción no se ha podido continuar y menos terminar, pero esa realidad apenas se enarboló en el caso del recorte de la asignación al Ministerio de Educación.

Los ministros de Hacienda, José Manuel Vicente, y de Economía, Pavel Isa, así como el director de Presupuesto, José Rijo Presbot, tuvieron una intervención brillante ante una comisión de la Cámara de Diputados, frente a la cual expusieron que la utilización de los recursos no limitaría las construcciones de planteles, la compra de materiales educativos, ni ningún programa de la cartera.

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Pero la exposición se la llevó el viento. Al parecer el Gobierno apoyó la iniciativa en un liderazgo que no existe, además de perder de vista la conformación del escenario social y político.

La experiencia es para que los estrategas políticos del Gobierno, que se supone que existen, se tomen la molestia de repasar obras como “Diálogo en el infierno”, de Maurice Joly, basada en la visión del poder de Nicolás Maquiavelo y Montesquieu. Enseña que, sin importar los escenarios, la política es la misma. Se tienen en todos los casos que apelar a todas las armas que la situación amerite.

Contra la decisión se levantaron voces que un equipo de estrategas podía capitalizar para desnudar a los adversarios y justificar la sustracción de los recursos.

Pero como si se bastara con el poder se dejaron pasar las oportunidades, propiciando al Gobierno, sin que nadie se llame a engaño, otra derrota en la batalla de opinión pública, más por un problema de afasia que de impopularidad. Con la experiencia en otros casos la lección es para ser aprendida.