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POR: José Alejandro Ayuso
jayuso@equidad.org.do

Lo que define a un líder

Ha coincidido la lectura del último e interesante libro de Don Felipe González titulado “En busca de respuestas. El liderazgo en tiempos de crisis” (Mondadori, 2013), con la del reciente artículo periodístico del ex presidente de la República Dr. Leonel Fernández sobre “el fenómeno del poder y el liderazgo”. Los autores parten su análisis de la dilatada experiencia de ambos como presidentes y, aunque incomparables en extensión y profundidad, la pretensión de la columna sólo es de contrastar el abordaje y la conceptualización de cada uno sobre algunos elementos que definen a un líder político.

Al inicio, el Dr. Fernández hace galas de conocimientos teóricos sobre el tema al citar autores y libros desde la antigüedad hasta nuestros días. Luego se limita a exponer dos anécdotas locales situadas entre su ascenso al poder en el 1996 y el manejo del mismo hasta el 2012, con el intervalo que se conoce, para “compartir algunas experiencias vividas acerca de cómo se percibe y practica, en determinados ámbitos, el fenómeno del poder político”. Queda evidenciado, como expresa González, que “La naturaleza del liderazgo se percibe con mucha más claridad cuando se ha perdido el poder que cuando se está ejerciendo”.

Por demás, y a la luz de los resultados del proceso elector de los miembros de las más altas instancias a lo interno del partido que preside, el Dr. Fernández, que se sabe vencido por la corriente que lidera el actual presidente de la República Danilo Medina, justifica y resume su derrota y la de sus acólitos con la tesis de que el liderazgo político nacional se consolida, primero desde el ejercicio y con los recursos del poder y, segundo, repartiendo prebendas y “sobrecitos amarillos” a los gobernados. También queda implícito lo poco o nada que hizo en sus 12 años de gobierno para revertir esta práctica clientelar y negadora de la dignidad de las personas.

La reflexiones de Felipe, como se le conoce en todo el mundo, también parten de su vasto ejercicio como presidente del Gobierno español de 1982 hasta el 1996. Él sí insiste en que, contrario a otros, “tenía muy claro que no volvería a ocupar cargos de responsabilidad institucional ni dentro ni fuera de las fronteras de España”. Si bien en estos 18 años ha ganado libertad para expresar lo que piensa, no ha dejado de cumplir las responsabilidades que le acompañan como ex presidente del Gobierno de su país y, a sus 72 años, está “convencido de haber mantenido la coherencia con los valores y principios ligados a ese compromiso político”.

Al definir el liderazgo como “una conexión especial entre un discurso político… y una aspiración conjunta que expresa la identidad y los deseos mayoritarios de un país”, uno se explica por qué Felipe supo liderar a España para sacarla del ostracismo franquista y hacerla parte integrante de la Unión Europea en el 1986. Y es que el líder sólo ha de aceptar la realidad como es para mejorarla: “el líder de un proyecto de cambio tiene que ser por definición rebelde.. En otras entregas seguiremos examinando las lúcidas ideas de Felipe que lo llevan a concluir que, como se constata en el frente local, “No todo político es un líder”.

El Nacional

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