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“Fiesta de la democracia”
Un buen amigo escribió un tuit en el que se quejaba de la falta de originalidad y creatividad de los políticos cuando refieren las elecciones como una “fiesta de la democracia”. Le contesté que era un “lugar común”, definido por Wikipedia como “…una palabra, frase o idea considerada como un vicio del lenguaje por ser demasiado sabido o por su uso excesivo o gastado”. No obstante, opino que a pesar de los escarceos y pataleos propios de quienes no aceptan su derrota o “no saben perder”, que siempre los hay, hubo festejo democrático el pasado 15-M.

A pesar de que aún se cuentan los votos manualmente como no indica la ley, que sólo habla de escrutinio y deja a la Junta Central Electoral y a los partidos políticos escoger el método y ese fue el electrónico, por el porcentaje de colegios computados se conocen la gran mayoría de los candidatos que, en los tres niveles, alcanzaron resonantes victorias en los pasados comicios.

La más significativa de todas es la del Presidente Danilo Medina que, como indicaban casi todas las encuestas confiables, alcanzó un récord histórico al alcanzar un 62% de los sufragios. En términos de cultura política esta reelección presidencial confirma que la ciudadanía prefiere el sistema de postulación consecutiva por un segundo mandato de 4 años, y no la diferida e indefinida como estuvo en la Constitución hasta el 2015 cuando fue modificada.

Este mismo es un buen ejemplo de porqué cuando se consultó la ciudadanía para la reforma constitucional del 2010 la mayoría se decantó por este sistema de elección presidencial: este permite reelegir a un Presidente de la República con alta valoración de su persona y de su estilo de gobernar, y con una alta aprobación de su obra de gobierno en los primeros cuatro años.
Entiendo que el éxito del presidente Medina fue ir contra la corriente mayoritaria de los consejeros políticos tradicionales que entienden son las obras de infraestructura y de relumbrón las que apuntalan la obra de un Presidente.

Con políticas públicas que benefician los sectores más vulnerables de la población y una inversión en educación que redituará en el mediano y largo plazos, una súper mayoría de votantes entendió que el noble propósito de vencer la desigualdad social merecen ser consolidado en un segundo periodo de gobierno.

Otra victoria reveladora fue la de David Collado, flamante alcalde electo en el Distrito Nacional. Luego de 14 años de administración de su antecesor quien, si bien tuvo tiempo suficiente para realizar una que otra obra benéfica a favor de la ciudad, por igual tuvo la tendencia a desdeñar los munícipes en temas como el anfiteatro Nurin Sanlley, lo que le produjo una campaña negativa sobre su gestión que terminó minando su gran popularidad.

Por demás, me consta en el plano profesional que algunos funcionarios del cabildo trataban a los administrados con menosprecio y arrogancia, lo que a la postre le generó un voto de castigo.

En el plano congresual, saludo la escogencia de dos jóvenes que enaltecen la actividad política local: Faride Fadul, quien encarna el relevo de una estirpe pletórica de valores y José Laluz, diputado electo cuya interesante propuesta de liderazgo responsable, seguridad perimetral y gobierno electrónico motivaron muchos votos a su favor.

El Nacional

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