Desde Colombia
El pasado jueves arribé a Colombia. Invitado por el Congreso Colombiano para participar en unas entrevistas de televisión de su Canal y a valorar la situación de salud de ambos países con la Comisión Accidental de la Cámara de Representantes. Ando además, con una encomienda de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, que me han llevado de la capital Bogotá a las ciudades de Pereira y Armenia, en los departamentos de Risaralda y Quindío respectivamente, zona distante unas seis horas en autobús de Bogotá, pero de un gran desarrollo industrial, agrícola y comercial.
En estas pocas líneas no puedo describir las características de un país enorme y con casi 45 millones de habitantes, que tiene la más variada gama poblacional, todos los climas y estaciones, pero que carga con el pesado estigma de la comercialización a gran escala de droga.
Lo que sí es evidente es que éste es un país fundamentalmente trabajador, con una de las democracias más sólidas del continente y que va camino a un acuerdo definitivo para resolver el trauma histórico de las guerrillas de las FARC.
Colombia, con un PBI cuatro veces superior al nuestro (378,4), un ingreso per cápita de 396,8 dólares, ha logrado reducir su mortalidad infantil a 15,4 que la ubica entre los países de más avance de los últimos cinco años. Grata impresión me causaron las estrictas medidas de seguridad vial que le ha permitido ubicarse entre los países de más baja mortalidad por accidentes de tránsito del continente (16,8); especialmente con las motocicletas en la que aún no he visto a nadie circular sin casco, y por complemento, y para evitar los atracos y el sicariato, en la parte trasera no pueden viajar hombres.
La identificación de la motocicleta debe ser la misma del casco y del chaleco, que también es obligatorio.
En Pereira he rememorado a mi Santiago de antaño, al toparme con el calor humano de gentes solidarias y afables. He tenido la ventaja de que he venido con una guía que aparte de ser colombiana y de Risaralda, es la pareja del que desde la casa de su hijo escribe ésta entrega de “Algo más que salud”.