POR: Eduardo Álvarez
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Salieron, en tropel, 31 senadores y 60 diputados para anunciar una nueva postulación del ex presidente Leonel Fernández, en abierto desafío al presidente Danilo Medina, verdadero líder del PLD. Declaración que obedece al incuestionable afianzamiento de Medina en la estima popular. Aquél gobernó doce años para alimentar su ego y crear un team económicamente sólido. Este, el actual, se consolida como un auténtico hombre de Estado, atento a las necesidades de la gente, sin las pretensiones ni manías ególatras que caracteriza a los tiranos.
Usualmente, en la retaguardia, los congresistas leonelistas sirven de avanzada. Cambio de estrategia que cobra sentido dada el estrepitoso descalabro de la imagen del antiguo mandatario y presidente del PLD. Cuadro que favorece la reelección de Medina en 16, para lo cual es necesario modificar la constitución.
Si sus antecesores lo hicieron para volver al poder, ¿por qué no puede hacerlo Danilo con el amplio respaldo que concitan sus ejecutorias? La propuesta de Gedeón Santos para volver al cuatro más cuatro, y nunca jamás tiene sentido (tema que amerita un artículo).
Incuestionable realidad que habrá provocado más de una reacción a lo interno del PLD orientada a sofocar el progresivo avance danilista. El referido esfuerzo de los congresistas morados, la visita de Leonel a Palacio con metáforas de vientos incluidas, se inscriben en la envestida que los días por venir irá definiendo, con los riesgos que ello representa para la unidad del PLD y -¿Por qué no?-, para la gobernabilidad. No debemos subestimar el capital y poder social logrado por políticos empresarios y empresarios políticos. Pretender que este poder es absoluto e inamovible es también un craso error.
Prueba al canto: el ex mandatario fue aplastado por el actual presidente, en una clara demostración de que el liderazgo político suele ser un espejismo, condicionado por el uso del poder. Liderazgo que se proyecta por la fuerza del dinero y el control de dos de los poderes del Estado –como pretende Leonel Fernández-, por carismáticas que provienen del amor, aprecio y el respeto.
Quienes ven sólo utopia o poesía en esta propuesta tienen ante ellos los ejemplos del fenecido presidente Hugo Chávez, Rafael Correas y Pepe Mujica. Muestras palpables de que el poder no sólo se consigue con el dinero y el abuso, como nos han ensenado un puñado de políticos criollos.

