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Aprestos golpistas

Aprestos golpistas

Rafael Méndez

La escena política colombiana se encuentra inmersa en una dinámica de alta tensión, marcada por la consolidación de las fuerzas del progresismo y la izquierda en torno al gobierno de Gustavo Petro. Esta cohesión contrasta drásticamente con la fragmentación, dispersión y una visible desesperación que caracteriza a los sectores de derecha y centro-derecha.

Esta polarización ha dado lugar a una embestida opositora que ha coqueteado con escenarios de desestabilización, desde la insinuación de un golpe blando hasta la mención de un magnicidio, todo ello con el fin último de evitar la continuidad del proyecto progresista más allá de las elecciones de 2026.

La radicalización de esta confrontación se ha agudizado tras el reciente atentado contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe. Este lamentable suceso fue inmediatamente instrumentalizado por la derecha para intentar vincular al gobierno de Petro, ya sea de forma directa o indirecta a través de la interpretación de su discurso como divisivo. La injerencia internacional no se hizo esperar, con declaraciones como las del Secretario de Estado, Marco Rubio, quien insinuó una posible conexión del presidente Petro con el atentado, amplificando la narrativa desestabilizadora y evidenciando el alcance de la presión sobre el ejecutivo.

(La mano de Washington, Mario Díaz-Balar, no es un nombre cualquiera en el laberinto de la política estadounidense. Es parte de ese grupo de floridanos —Marco Rubio, Rick Scott— que han convertido el anticomunismo en una industria. Su historial es claro: impulsó sanciones contra Venezuela, bloqueó licencias petroleras, apoyó a María Corina Machado. Ahora, según documentos y testimonios cruzados, puso sus ojos en Colombia).

Su modus operandi sigue el manual del «golpe blando»: deslegitimar mediante acusaciones sin pruebas, aislar internacionalmente y promover fracturas internas. Las pruebas muestran que Díaz-Balart no solo recibió a Leyva, sino que mantuvo reuniones paralelas con Vicky Dávila, la candidata presidencial de ultraderecha cuya vinculación con la trama ha sido denunciada por el exalcalde de Medellín, Daniel Quintero). Tomado de Cronicón

El gobierno de Gustavo Petro ha logrado, desde su ascenso al poder, cimentar una base de apoyo en torno a las fuerzas del progresismo y la izquierda, unificando agendas y objetivos que antes parecían dispersos.

Este proceso de cohesión ha sido posible, en gran medida, gracias al fortalecimiento del liderazgo del presidente Gustavo Petro, quien se ha erigido como el referente indiscutible y el articulador central de las variopintas formaciones del progresismo y la izquierda.

Por: Rafael Méndez

rmendez@gmail.com

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