La victoria dominicana en la Batalla del 30 de Marzo de 1844 se erige como uno de los episodios más emblemáticos de la historia nacional porque despejó dudas sobre capacidad y resiliencia de los dominicanos para sostener la empresa independentista proclamada el 27 de febrero de ese año en la Puerta de la Misericordia.
A pesar de que las huestes dominicanas derrotaron a las tropas haitianas, once días antes en Azua, la retirada hasta Baní ordenada por el general Pedro Santana, creó incertidumbre en la población sobre la posibilidad de que Santiago sobreviviera al bien entrenado ejército invasor que avanzaba en dos columnas sobre esa villa.
El general José María Imbert, héroe indiscutido de esa epopeya, atribuyó “a una protección manifiesta de la divina providencia”, que el ejército haitiano sufriera más de 600 bajas, sin reportes de muertos del lado dominicano, “cosa milagrosa que sólo se debe al Señor de los Ejércitos y a la justa causa”.
Esa histórica hazaña alcanzada por una improvisada milicia con escasas piezas de artillería, armas y municiones, pero con sobrado coraje y patriotismo, se logró por la conjunción de talento militar, valor espartano, capacidad de organización de las tropas y efectiva táctica de combate.
A ese conjunto de factores se debe que después de cinco horas de combate, el general Pierrot solicitara una tregua para recoger sus muertos y emprender marcha de retirada, cuyo camino de fuga fue comparado con un cementerio por el general Imbert, cuyas tropas resistieron cinco ataques por dos flancos.
Aunque se ha dicho que la historia la cuentan los vencedores, la Batalla del 30 de Marzo dejó marcadamente establecido que los dominicanos son capaces de promover unidad en el sacrificio cuando se trata de defender valores excelsos como la independencia, soberanía, libertad e identidad nacional.
Al conmemorarse hoy el 177 aniversario de la Batalla de Santiago, una patria agradecida rinde tributo a José María Imbert, Fernando Valerio, José María López, Pedro Eugenio Pelletier, Achille Michel y muchos otros héroes y combatientes en ese imborrable episodio de la historia dominicana.
La honrosa lección heredada de los héroes del 30 de marzo, como los que protagonizaron otras victorias en diferentes escenarios bélicos que ayudaron a consolidar la Independencia Nacional, debería ser útil para al día de hoy promover confluencia de valor, honor, sacrificio que ayuden a derrotar al poderoso ejército del coronavirus, en lo que debería definirse como la madre de todas las batallas.