Opinión

Bolivia

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Llevo a Bolivia en el corazón, desde el primer día en que descendí de El Alto (donde está el aeropuerto) en caracol hacia La Paz.

Escribía, un libro que se llamó “Le decían Lolo, presencia del Che en las mujeres guerrilleras”, y tuve que adentrarme en la historia de ese trágico país, que ha perdido en guerras externas e internas, hasta el mar.

Creo que los logros sociales de Evo son tan conocidos y tienen un peso tan válido, que no necesitan otro comentario que no sea el de que por primera vez los indígenas del Continente fueron gente, y esto tampoco amerita explicación.

Lo que es importante reseñar es que la nueva estrategia reaccionaria ha recurrido a dos elementos nuevos: la inclusión de la policía en golpes militares que tradicionalmente han realizado las Fuerzas Armadas; y la utilización de las mujeres en la guerra sucia.

En este caso se trata de Jeanie Añez, como sustituta de Evo, pobre mujer que no podemos dejar de comparar con aquel otro patético personaje: Isabelita Perón, quien trató de calzarse los zapatos de Evita, para nuestra vergüenza como sexo hasta hoy.

Lo que importa desglosar de esta experiencia son las nuevas estrategias de dominación en la región, las cuales se han estado barajando aquí desde hace rato.

Todos sabemos que aquí la CIA ha estado buscando desesperadamente sustitutos para el actual gobierno, y que en ese proceso han estado considerando a varias mujeres. Es también de todos sabido que varios Generales (tres) han estado muy dispuestos a armar un “gobierno de transición” que les permita “sacrificarse por la patria”.

En ambos casos, las personas consultadas se han negado a hacerse cómplices de una situación que de desatarse podría tener resultados totalmente incontrolables, o inesperados.

Los indígenas bolivianos no son la clase media brasilera, con ínfulas de ascenso social y de antiguo imperio. Son campesinos históricamente maltratados, asesinados, despojados, como lo vivió e hizo constar el Che en sus diario al ver como violentaban a una indígena boliviana en la frontera, lo cual provocó su juramento de liberar a ese país.

Aun recordamos con horror a Margaret Thacher, autora del mayor asalto a la clase obrera inglesa en la historia de su país. Y aun recordamos a Hilary, guerrerista impenitente, cuyo Haití aun esta por aclarar. Ser mujer no es mérito, algo que evidencia solo la praxis.

A Evo que no se preocupe. Ya hizo lo que tenía que hacer y dependerá de la nación indígena el que regrese triunfante. A la pobre Jeanine, que aproveche sus cinco minutos de fama.

El Nacional

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