Para diferenciarnos de ellos, a las representaciones de extraterrestres las dibujamos con 4 dedos en lugar de 5, omitiendo casi siempre el dedo gordo, desconociendo que precisamente es ese dedo la clave de una mano inteligente, bien llamado el dedo oponible. Aunque casi siempre lo citamos familiarmente como dedo pulgar o el dedo gordo.
Su nombre de lujo es: El dedo de la cultura, ya que gracias a su posición dentro de la arquitectura de la mano, nos ha permitido construir, crear, producir y evolucionar. Hacer un telescopio y un microscopio, un puente o un alfiler. Hacer un mapa del planeta, identificar sistemas planetarios o conocer la anatomía de una mosca y la estructura del átomo. Somos el homo hábilis, el homo fáber y el Ciberhomo, gracias a nuestras manos y sus dedos oponibles.
El dedo pulgar, donde los 4 dedos pueden ser plegados hacia la palma, nos permite sostener objetos, fabricar herramientas y además agarrar otros más pequeños. El nombre de dedo oponible se lo puso Leonardo Da Vinci, el artista que pintó las manos más sublimes del arte. El nombre de dedo gordo es resultado de una expresión popular que aparece en el Quijote de la Mancha. Llamarle dedo pulgar es por el hecho figurado de que con él se matan las pulgas.
El pulgar hacia lo alto o hacia abajo del César indicaba si moría o vivía un gladiador, de allí que el dedo gordo hacia arriba hoy signifique victoria. Con el dedo de la cultura todos nos ganamos nuestra posición en la cima de la creación, conduciendo un planeta al frente de la civilización, gracias a que usted puede manipular objetos, desde una diminuta pieza de relojería o tripular una compleja nave con destino a las estrellas.