Reportajes

Cambios constitucionales para  reelección

Cambios constitucionales para  reelección

SANTIAGO. –  La palabra reelección sólo se hace cegadora y brumosa en cierto ámbito preciso de la racionalidad política.

Nada de “malo” tendría esa confrontación consigo mismo del votante como dudoso actor de una escogencia espacio temporal y como ejecutor de una decisión política que generalmente, en nuestro medio crítico, suele decidirse por la duda, si no fuese por sus efectos colaterales.

Nada tiene de envidiable tampoco.

Los dominicanos conocen la operatividad de ese denunciado y acariciado trastorno político en carne propia como el niño que sabe que inmediatamente se encuentre con una correa le espera una soberana pela por alguna infracción que no pudo haber cometido.

La intensidad de la reprimenda y su carácter injusto aumenta el grado de coraje que suele rechazar, como al efecto rechaza, los sueños de repostulación que nunca ocurren de manera solitaria.

Toda maltrecha reelección beneficia grandemente a un grupo reducido y afecta de una manera u otra a millones de personas.

La reelección es como una pistola cargada: no mata a nadie si no hay una intención y un dedo percutor  y es al mismo tiempo inocente de su accionar homicida.

No hay día en que no se reelija algo en el mundo, desde las horas que discurren hasta la antigua costumbre de vivir y la emergencia de la luz por la mañana.

Alguna razón poderosa habrá para que esa relación de causa efecto enclavada en las profundas sospechas opositoras sea un tema cada vez más apasionante.

La gente sabe que reelegir el poder equivale a reeditar todas y cada una de sus consecuencias buenas, malas y abyectas.

Casi siempre se reelige por inercia, por el temor a lo desconocido insertado en la conciencia colectiva y por la desaforada aportación de recursos al proyecto reelector, que suele hacer la diferencia.

Por demás, no se conoce de una reelección en el poder dominicano químicamente pura.

Ni siquiera las naciones que tienen sus instituciones bien aceitadas en ese orden de cosas y resultan  funcionales pueden hacer ostentación de pureza cien por ciento entre sus candidatos que se hallan aposentados en el centro del poder político.

La figura presidencial es objeto de un permanente interés público por vía de los medios que lo proyecta de modo privilegiado, lo que ya le va otorgando un “perfil” perceptivo superior al de sus rivales.

Sólo le está “vedado”, en ese ámbito, hacer uso de los recursos gubernamentales para procurarse un segundo período de gobierno.

Pero esa sutileza política contiene asimismo sus dudas puesto que cada movimiento del presidente es pagado por los llamados “contribuyentes”, una alegoría conservadora que  expresa el temor a la palabra pueblo.

Toda reelección es elección de segunda mano y de acuerdo a la refranero hispánica nunca segundas partes fueron buenas. Algunas son peores.

Se reelige, en América Latina sobre todo, por saturación, no necesariamente por convencimiento.

El elector es llevado a un estado de exasperación invasiva que terminar por cometer el peor de sus pecados pero sólo se da cuenta al día siguiente, el 17 de mayo posterior a la embriaguez electiva.

Los especialistas en hacer reelegir saben que el peso del poder echado sobre las espaldas de un pueblo puede tener efectos hipnóticos en las “masas” condicionadas por el efecto de una publicidad de amplio espectro, sin escatimación en gastos ya que “el poder es para usarlo”, como repitiera un candidato reeleccionista que no pudo arribar a la doble meta pese a conocer, aparentemente, el efecto multiplicador de ese vocablo.

“La reelección ha causado  la división de varios partidos”

”Los presidentes modifican la Constitución con esos fines”

Dilema Leonel

Seguidores del presidente Leonel Fernández iniciaron un proceso de recolección de firmas, a fin convocar un referéndum que le permita presentarse, nueva vez, como candidato a la presidencia de la República.

Esto así, porque la Constitución votada el pasado año prohibe la reelección consecutiva. El tema es debate entre abogados especialistas en tema constitucionales.

El Nacional

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