Carta de los Lectores Opinión

Carnada para tontos

Carnada para tontos

Al avanzar la temporada navideña, se presenta un aumento significativo en los servicios, mientras es incontrolable el reajuste en el valor de los alimentos. La especulación y el agiotismo lucen como una avalancha imposible de detener. En los colmados y los supermercados, desde que se dieron las primeras informaciones sobre la llegada del doble sueldo, comenzaron a aumentar los precios. Hoy con el salario mínimo, es difícil poder comer durante un mes.

En las navidades, ya se torna imposible para una familia pobre y hasta de clase media, tener una cena digna en Noche Buena. El valor de golosinas, carnes, teleras y demás, hace que la austeridad forzosa sea obligatoria.

Los planes sociales del gobierno están destinados a la masa pobre. Como es lógico no pueden alcanzar a toda la población. Aún entre los excluidos, no hay una universalidad en entrega de la ayuda. Muchos se quedan sin ella, sea por razones propios, o a causas del mecanismo de distribución.

La vieja clase media hoy está proletarizada, y apenas si puede subsistir. Tiene la soga en el cuello, y es víctima de sus delirios de ascensión social, que no se pueden convertir en realidad con los recursos que genera en un mes.

Las acciones sociales del gobierno resuelven problemas y ayudan a los más necesitados, pero hay que proteger al que no persigue ese regalo y prefiere comprar con dinero generado por su trabajo. Ahí entra en acción el control de los precios de los artículos de primera necesidad y de los servicios.

Ya la acción a tomar tiene que ser una obligación del gobierno. Es el único que puede poner control a la especulación masiva. No se trata de establecer justificaciones de porque los precios están altos, o hacer comparaciones con gobiernos anteriores.

Cuatro años atrás, se cruzaron de brazos para atajar la especulación y permitieron que los precios flotaran y por consiguiente sometieron a la tortura de la alimentación chátara a la mayor parte de la población. Cuando de comer a diario se trata, el pasado importa poco. Hoy hay una brega distinta, hay que alimentar a la familia, hay una responsabilidad del gobierno de estabilizar los precios de los alimentos. No puede ser que en los principales supermercados, el valor de los comestibles suba por hora.

En muchas ocasiones los llamados baratillos y ofertas especiales, no son más que carnada para tontos. Se les prometen rebajas importantes, en precios que desde hace una semana fueron reajustados. Hora es de controlar estos aumentos que estrangulan a toda la población. ¡Ay!, se me acabó la tinta.

Por: Manuel Hernández Villeta

El Nacional

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