Los alcaldes

Señor director:

LMD denuncia alegada campaña contra alcaldes y, con el respeto que merece el doctor Fidias Aristy, secretario general de la Liga Municipal Dominicana, le digo que los ciudadanos de los municipios somos quienes elegimos a los alcaldes, y ellos mismos se están desacreditando, pues actúan al margen de la ley 176-07, que establece sus competencias.

Estos personajes son sordos y ciegos pues no oyen los reclamos de los comunitarios, quienes ven crecer las dificultades en sus comunidades: vertederos pestilentes, aceras deterioradas, filtrantes destapados.

Las aceras son para los peatones, pero los dueños son los parqueadores de vehículos, los negociantes que las usan para agrandar sus negocios, y los que tienen colmadones son dueños de las aceras, de la mitad de las calles y peor aun del sosiego de sus vecinos, pues su música estridente es casi hasta que amanece y ni siquiera respetan a los convalecientes.

Algunos dicen: al que le moleste que se mude, pero eso es hacerles la vida imposible a sus vecinos. Lamentablemente, aquí la crisis de autoridad nos corroe. Padres de familia y autoridades, al unísono, nos dan a entender que los munícipes no somos gente, aunque sí debemos pagar los arbitrios, y los alcaldes comprarse yipetas, hacer casas de veraneo y vivir en mansiones de sueños, lejos de los municipios que dirigen, para que sus representados no los molesten.

No les digo ladrones a los pésimos alcaldes que tenemos, porque es la justicia quien debería determinar si están administrando bien o mal los recursos económicos, porque las quejas son muchas, respecto a que no están cumpliendo con sus obligaciones, y no extraña que los males municipales, en vez de reducirse, crezcan. Y los afectados seriamos masoquistas si no nos quejamos contra quienes nos niegan el derecho a respirar aire puro y a caminar por vías sin obstáculos.

Lo idóneo sería que Fidias conmine a los alcaldes a trabajar apegados a la ley, pues es difícil que callemos quienes les regalamos los cabildos, para hacer lo que les dé gana. Muchos tenemos que soportar la basura y la porquería, mientras ellos, con sus familias, viven en lugares exclusivos que se mantienen como percal. Es penoso que vivir en lo limpio sea un privilegio, porque nos es negado a los comunitarios ese derecho.

Atentamente,

Lic. Teresa Gómez

Santo Domingo