Una carta a Fello Suberví
Señor director:
Como simpatizante que somos de las gestiones que usted desarrolló en el Ayuntamiento del Distrito Nacional, aprovecho para manifestarle que luego de cambiársele el nombre a la Zona Norte, por la de “Circunscripción 3”, aun esta demarcación geográfica sigue sin dolerle a nadie. En los últimos 10 años este pedazo de la capital ha crecido de manera excesiva, contando hoy con 30 barrios y más de 700 mil habitantes, la más densamente poblada y la que decide el ganador de la sindicatura, con más de 300 mil adultos con derecho al voto; 7 son diputados y 14 regidores y, aún así, hoy somos mucho más pobres de solemnidad, porque estamos huérfanos de autoridades.
Nuestro espacio geográfico ha sido abandonado. Un estudio realizado por el Observatorio de Derecho a la Ciudad (ODC), resalta que la formulación del presupuesto en 2014 se realizó sin tomar en cuenta las necesidades del territorio y sus munícipes. Por esa razón, la circunscripción 3, la más pobre y excluida del Distrito Nacional, tiene menores niveles de inversión que las otras dos; representando apenas el 5% del monto total gastado. Fello, nos hemos convertido en la carnada de los políticos en tiempos electorales; el cerdito en puya de la navidad, bueno para el voto, pero excluidos de la ejecución presupuestaria.
Para ningún proyecto somos tomados en cuenta. Con lo único que no contamos es con un cuerpo de bomberos, pero después, tenemos emisoras de radio y canales de televisión, hospitales, una segunda línea del metro y de transporte; parroquias e iglesias de todas las denominaciones, parques, elevados, puentes, mercados, calles, destacamentos policiales, estadios de beisbol, extensiones universitarias, politécnicos y escuelas, instalaciones deportivas y, hasta una parte del contaminado Rio Ozama nos pertenece, pero nadie nos ayuda a crecer. Ojalá, doctor Suberví, en sus recorridos por los sectores de la capital, usted le ponga mayor interés a la circunscripción 3.
Atentamente,
Nélsido Herasme
Amor trascendente
Señor director:
Para que un amor trascienda se ha de fomentar en un terreno fertilizado en pasión y razón. Es una decisión consciente llena de deseos y entrega.
Es algo especial que nace queriendo llegar a la piel y se incrusta en la mente. Creando la dependencia existencial.
Es el heroísmo de querer estar siempre juntos en todas las circunstancias. Crece con el conocimiento profundo del uno y el otro, con la decisión de aceptarse recíprocamente como es cada cual. Es el compromiso de cuidar al ser amado con el mimo de un niño y la templanza del que cría y educa.
Atentamente,
Luis A. Montás Castillo