«Pañitos empañados»
Señor director:
«Estúpidos» debe ser el nombre con que son pensados los estudiantes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) desde el punto de vista del Gobierno central, como de la administración de la susodicha academia. ¿Por qué así? Sencillo, los reclamos de los estudiantes no son escuchados a pesar de ser una mayoría – desorganizada – y son por quienes la sociedad civil debe luchar, ya que son el producto final de la academia.
No hay que ser mago para saber que la UASD representa en su matrícula estudiantil alrededor de un 60% -186 mil inscritos en el semestre 2015-2 y alrededor de 220 matriculados según una entrevista ofrecida por su rector, doctor Iván Grullón, a finales del año 2015- de los estudiantes universitarios del país, práctica que se podría explicar por diferentes factores: es la «universidad estatal»; «tiene validez a nivel mundial»; es la universidad más extensa a nivel de infraestructura; es la que más recibe subsidios de parte del Gobierno Central, es la más antigua -477 años y todavía no ha registrado ni una patente-, y un sinnúmero de factores, que visto desde el punto de vista de acceso y costo es «maravillosa» para ingresar y cursar en ella.
Pero, ¿cumple la UASD con su rol? ¿De qué sirven las aparentes ventajas que tiene? Desde el punto de vista de los estudiantes las respuestas a las preguntas anteriores serían “no y de nada”, respectivamente, porque a los grandes problemas sólo le pasan «pañitos empañados».
A la UASD hay que aplicarle las herramientas de liderazgo responsable, porque el problema no es presupuestario, sino sistémico, y la falta de comunicación, eficiencia, autoridad, tecnología son aspectos que hay que corregir en esta «alta casa de estudios», la cual, en términos generales, no cumple con los requisitos del siglo XXI.
Para quienes no saben de los tantos pañitos empañados que pasan los estudiantes en la UASD, le haré un recuento de algunos a los cuales más personas han tenido acceso de información: «inauguración» del edificio de «Alta Tecnología», en el cual no se han abierto ni las puertas para que los estudiantes entren, y que puede ser parte de la solución al pro lema del déficit de aulas, pero con la inauguración y publicación en los medios de comunicación se le pasó el pañito empañado; Facultad de Humanidades, cerrada en el último semestre del 2014 para reconstruirla, después de algunas protestas, «reinaguraron» alrededor de 8 aulas, estratégicamente las del frente, dejando alrededor de 70 sin ni siquiera tocarlas.
Atentamente,
Milciades Guevara