Pérdidas y frustraciones
Señor director:
No es posible desligar a la Junta Central Electoral de su responsabilidad en la parte que le toca, pero en toda esta debacle post electoral, la responsabilidad también hay que verla en los partidos políticos, pues suelen organizar acciones, y toda suerte de maquiavelismo para llegar a una candidatura, o para permanecer en el poder. Ellos en su accionar son lo suficientemente beligerantes de cara a sus intereses, y en aras de ellos, se alían con cualquiera, sin reparar en su procedencia, sino en los recursos materiales.
Un ejemplo de que se acepta a cualquiera que tenga recursos, sin reparar en que estos sean de buena fuente, es que recientemente el procurador General de la República, se ha hecho eco de que dentro de los nuevos diputados que integrarán el Congreso, algunos están vinculados al narcotráfico. Esto es algo de lo más grave, pero son habas que se cuecen en varios partidos. Además, casos ha habido en que el sicariato ha llegado a los partidos, pues ellos no depuran sus filas de agentes delincuenciales, es de ahí que aun está caliente la sangre del ex – rector de la UASD, por solo citar un caso que duele.
Gracias a esta práctica política de fraude, engaño, compra de votos, confabulación, y toda suerte de malas artes, previamente concebida para aplastar al adversario, son parte de la planificación irresponsables de muchos dirigentes políticos para agenciarse el triunfo. En la casi una veintena de muerte post-electorales, para los cuales hay que exigir justicia, y rechazo a la impunidad, está la responsabilidad de los partidos y su propósito de llegar, sea como sea, a una posición electiva. Estas muertas manchan la actividad política dominicana y el ejercicio de la tolerancia.
Por causa de la práctica que sigue imperando en los partidos políticos, estas elecciones fueron una especie de vergonzoso retroceso donde se evidencia que la práctica política es la que hay que adecentar. También es de ellos la práctica de hacerse eternos / as en los puestos a los que se aferran con uñas y dientes. Hay diputados y diputadas que ya tienen 20 años en esa curul, y siguen ahí, sin dar oportunidad a otros/ as, como si aquello fuera herencia de sus antepasados.
La ley de partidos debería contemplar la prohibición de que una persona pase más de dos periodos en un cargo electivo, pues mientras más poderes van acumulando en el tiempo, más se aferran, y , obstruyen el paso a los y a las demás.
Atentamente,
Melania Emeterio Rondón