Fiestas patronales
Señor director:
Leí con detenimiento, y luego releí entonces con gran preocupación, las líneas vertidas por este mismo periódico, en este mismo espacio, (edición del viernes 31 de agosto, pág. 16) por el diputado peledeísta de la provincia Baoruco, Rafael Méndez, a través de las cuales reclamaba y se quejaba amargamente del desenfreno y el desastre en que han devenido desde hace un buen tiempo hacia acá las fiestas patronales de su provincia.
Dice el diputado Méndez en su escrito: ¨desde hace muchos años venimos denunciando y expresando nuestra preocupación por las características y formas hasta ciertos puntos degradantes que han venido asumiendo las denominadas fiestas patronales, que se efectúan en cada uno de los municipios, distritos municipales, sesiones, parajes y hasta en sectores de las diferentes demarcaciones de la provincia Baoruco¨. Nada más cierto e inquietante.
El legislador, quien por demás es pre-candidato a la senaduría de su provincia, recreaba en su trabajo de prensa que: ¨Se recuerda que la visión y concepción de las fiestas patronales históricamente estuvieron fundamentalmente marcadas por el carácter religioso-cultural, y contaban con una masiva participación de la población en las prácticas de las actividades folclóricas, culturales y deportivas, en las que se resaltaban, y se ponían de manifiesto, los aspectos y valores histórico, culturales y patriótico, y el disfrute sano en las tradicionales fiestas formales¨.
Lo más patético, lo más desgarrador y desconcertante es que esta situación que narra el diputado Méndez en cuanto a lo que a él concierne, su provincia, es algo calcado a nivel nacional. Pero más aún, está pérdida de valores, este desenfreno, esta tergiversación de nuestras tradiciones y cultura, se verifica en todos los ámbitos, en todas las actividades de nuestro país, de la sociedad que somos hoy día, una sociedad con muchas falencias con mucha podredumbre.
Afortunadamente, creo que estamos a tiempo de reaccionar. ¡Reaccionemos! Toda esta degradación, todo este depravamiento, toda esta pérdida de los valores, toda esta desintegración familiar, toda esta pérdida de nuestra identidad cultural, de nuestra identidad como nación, nos lleva, nos seguirá llevando inexorablemente a la desintegración social, a la anarquía y el caos social, y de aquí a la anarquía, al caos y la desestabilización política es solo un pelito que hay. Y luego entonces a Dios que reparta suerte.
Atentamente,
José Vicente Calderón R.

