Por lo menos en lo que respecta a proporcionar a la JCE las informaciones para las votaciones de 2024 el censo de población y vivienda ha sido un fracaso.

Por no contar con los datos que la directora de Estadísticas, Miosotis Rivas, garantizó que estarían disponibles en el primer trimestre del año la JCE dijo que se apoyará en el censo de 2010.

Las estadísticas demográficas para las votaciones se agregan a los inconvenientes afrontados con las evaluaciones. Ni siquiera se cumplió con el pago a tiempo a los empadronadores, aunque se garantizó que el dinero estaba disponible para evitar retrasos.

Cuando finalmente se publiquen los datos no dejarán de asomar dudas sobre su veracidad. Han sido muchos los inconvenientes que han caracterizado el proceso. Con que la JCE se rija por el censo de 2010 hay más vergüenza que posible malestar.

La tecnología y hasta la solvencia de los actuales miembros del órgano electoral descartan que se puedan manipular los resultados del proceso. Estadísticas no parece tener excusas para el fiasco en que va camino de convertirse el censo que con tantos bombos y platillos se celebró en 2022.