La inmigración china alrededor del mundo ha tenido varias razones, las cuales están muy ligadas a diferentes factores suscitados en oriente, como son el crecimiento demográfico, la economía, las guerras (como las dos del opio), fenómenos naturales, etc.
En cuanto al éxodo chino al país, el historiador José Chez Checo, en su libro La Migración China en República Dominicana 1862-1961, demuestra que los primeros chinos que vinieron aquí, fueron presidiarios deportados desde Cuba en 1862. En 1868 se asentaron en Puerto Plata 6 personas chinas.
De su lado, Harry Hoetink, en su libro El Pueblo Dominicano 1850-1900, ofrece una cita del barbero y bombero Arturo Bueno, quien en su obra Santiago: quién te vio y quién te ve, asegura que para el año 1898, en la demarcación cibaeña únicamente había 2 chinos, dato que lo confirma el censo realizado en esa ciudad en 1903; empero, el empadronamiento realizado por el ayuntamiento de Santiago el 1 de agosto del 1893 registró 7 chinos.
La representación china en la capital en el año 1908 era de apenas 32 almas, radicalizada con la ley de Inmigración del 1912, código que discriminaba asiáticos y cocolos, la cual hizo que la afluencia de chinos hacia acá fuera mínima. Su escasa presencia quedó certificada en el primer censo poblacional realizado en el año 1920, en donde esa población apenas sobrepasaba las 250 personas.
En sus inicios, la diáspora china estaba conformada por hombres, los cuales algunos de ellos optaban por casarse con dominicanas. El primer chino en nacionalizarse dominicano lo hizo el 3 de noviembre del 1927.
En el año 1940, el gobierno de Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, testaferro de Trujillo, firmó un tratado de amistad con Taiwán, el cual mejoró el trato recibido por los orientales.