Editorial Opinión

Circo y teatro

Circo y teatro

Si se ha estancado el diálogo sobre asuntos tan trascendentes como los referidos al sector eléctrico, educación y seguridad social, no hay que albergar mayores esperanzas de que fructifique un improvisado ejercicio dialogante en torno a la controvertida ley de seguridad nacional, más aun si se convoca en plena campaña electoral.

Ese estatuto, que obliga a los ciudadanos, empresas e instituciones oficiales a ofrecer informaciones requeridas por la Dirección Nacional de Investigaciones (DNI), en violación a la Constitución, tendrá como destino al Tribunal Constitucional, que con toda seguridad la declararía en contradicción con la Carta Magna.

Ha hecho bien la Sociedad Dominicana de Diarios (SDD) en acoger la propuesta del presidente Luis Abinader de dialogar junto a otras entidades en torno a una ley ya aprobada por el Congreso y promulgada por el Poder Ejecutivo, aunque el mandatario carece ya de facultad legal para inhabilitarla o modificarla.

En el epicentro de una intensa campaña proselitista, lo más idóneo sería un acuerdo entre Gobierno, liderazgo político, sector productivo, academia y sociedad civil a los fines de hilvanar un amplio debate nacional para que los electores conozcan cabalmente las propuestas de sus candidatos y partidos.

Aunque el 18 de febrero se celebrarán elecciones municipales, Gobierno y oposición imponen un tipo de discurso y propaganda electoral basado en las elecciones presidenciales, por lo que los temas a exponer deberían relacionarse principalmente con la próxima gestión del Poder Ejecutivo y del Congreso.
Hace tiempo que quedó estancado en el Consejo Económico y Social (CES) el anhelado diálogo nacional sobre temas tan trascendentes con los referidos al subsector eléctrico, educación, seguridad social, Código de Trabajo, seguridad ciudadana, transporte y viabilidad, entre otros.

Sin menoscabo de buenas intenciones, el diálogo sobre la Ley del Calié oscilaría entre utopía, burla o superficial entretenimiento, lo que en ningún modo merece una sociedad sometida a una campaña electoral limitada al caravaneo y a burdos circos proselitistas.

La población reclama que partidos y candidatos aborden los temas esenciales, en términos de diagnósticos y alternativas de soluciones, en el entendido de que la población ha desarrollado su accidentada historia entre luces y lentejuelas, por lo que está harta y hastiada de tanto circo y teatro.

El Nacional

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