Tras disfrutar de un espectáculo artístico con variedad de expresiones de danza, teatro, video y otras expresiones, la sensación que se tiene al estar en este auditorio que rompe los moldes preconcebidos de lo barrial, queda claro que el Mauricio Báez, como proyecto que se inició en 1963, es un ejemplo que el país necesita.
A fuerza de tener en la prensa tantos jóvenes involucrados en la desobediencia de la ley o simplemente centrada individualmente en si mismos, lo que hacen los muchachos y muchachas del Mauricio Báez es un mensaje definitivo: la gente es buena cuando cuenta con iniciativa y su lucha se logra insertar en la sociedad.
El espectáculo artístico ofrecido en el auditorio de la Plaza Cultural Mauricio Báez, no fue como las funciones que se montan en otros teatros y escenarios. Eran muchachos y muchachas del barrio, entregados al arte, a la educación, a la cultura, tomando en serio su papel.
El primer satisfecho con el trabajo es Leo Corporán, figura principal de la organización, quien sirvió de anfitrión a los invitados
Cuando haya que buscar la juventud de un barrio que sirva para demostrar que la Patria tiene futuro, hay que ir a Villa Juana y entrar a un fenómeno social que es la Plaza Cultural y Deportiva Mauricio Báez, creada en base a un trabajo que cumple 47 años.
Se trata de una organización que se va acercando a tener medio siglo de servicio, siendo ejemplo para un país que, ahora más que nunca, se pregunta cuál debe ser el papel de su juventud actual, tan marcada por la delincuencia, la violencia, el narcotráfico.
Frente a ese panorama, la juventud de Villa Juana emerge como ejemplo en lo deportivo, lo artístico, lo cultural, la participación social, gracias a la trayectoria de trabajo y compromiso iniciado por los fundadores del club que honra el nombre del dirigente sindical que se enfrentó a la dictadura de Trujillo y realizó la primera huelga de trabajadores azucareros, reclamando 100 % de aumento salarial y jornada de trabajo de ocho horas.
Fruto de su desafío, Mauricio Báez tuvo que irse al exilio en Cuba, lo cual no fue suficiente para garantizarle la vida ya que los agentes de Trujillo viajaron a la isla antillana para localizarlo en La Habana y darle muerte. A ese hombre, recuerda este club que ha logrado como institución lo que no tiene ninguna otra en el país.
La Plaza Mauricio Báez expresa lo que es posible lograr cuando se tienen claras las ideas y firmes los compromisos con una comunidad necesitada de ejemplos.
Lo que fue inicialmente Club Mauricio Báez, evolucionó de tal manera, que a partir del año 1996, comenzó a llamarse Plaza Cultural Mauricio Báez. Ya no solo se jugaba basquebol, y se integraba la escuela y el dispensario, luego el liceo, el anfiteatro, la biblioteca, unidades que desarrollan una amplia agenda cultural y comunitaria.
Después de iniciados los trabajos en sus orígenes del Club, no fue hasta el 1987, cuando el Presidente de la República, para ese entonces el doctor Joaquín Balaguer, ordenó la construcción del techado del club, convirtiéndose así, en el primero de su género con techado en el país, además el dispensario médico y la escuela, la cual se llamaba Héctor Díaz, hoy, Escuela Primaria Mauricio Báez.
Primer techado de RD
La cancha del Club Mauricio Báez fue la primera techada de República Dominicana, construida tras peticiones del sector que fueron presentadas al entonces presidente Joaquín Balaguer, quien ordena la edificación en 1987.
El origen
Se cumplieron ya los 47 anos del día aquel, el 11 de septiembre de 1963, cuando un grupo de jóvenes, mayormente militantes del grupo patriótico 14 de Junio, y otros a otras corrientes políticas progresistas, decidieron formar el club «Jóvenes Amantes del Deporte y la Cultura», nombre inicial del Mauricio Báez.
Entre los fundadores estaban Nelly Manuel Doñé, Leo y Chiqui Corporán, Rafael Reyes Jerez, Ligia Santos, José Cabrera, José González, Héctor Gómez. Había muchos con apodos: Cachimbito, Harina, Julia, Gladys, (Hito) y Ñaño. Se reunían en la calle Vigil Díaz, luego se trasladaron a la calle Mauricio Báez y ocuparon un pequeño solar donde es construida una cancha y una pequeña escuelita.

