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¿Cómo nos van a respetar?

¿Cómo nos van a respetar?

Pelegrín Castillo. Foto de archivo

Imperativo de la hora histórica que vivimos es la unidad nacional con bases patrióticas. Sobreponerse a la mala política que divide y debilita, que sólo sirve a intereses bastardos o de ocasión. No es fácil, pero debemos comportarnos como Estado para no terminar siendo tratados peor que una colonia…El liderazgo procura siempre la confianza del pueblo, pero con frecuencia no confía en el pueblo que tiene una sabiduría y un instinto poderoso y profundo.

En los momentos en que los que guían y rigen, fallan, vacilan, claudican o traicionan, sí su existencia está en peligro, está probado que el pueblo sabe cómo responder….Cuando el liderazgo no confía en el pueblo o no se identifica con la nación-que es el pueblo en su decurso histórico-, termina por traicionarlo o engañarlo.

El que asume la responsabilidad histórica de guiar un pueblo, y más en tiempos difíciles, debe saber que debe jugársela. Estar dispuesto a todos los sacrificios, hasta la vida misma, es el signo del auténtico liderazgo. Lo enseña bien la parábola del buen pastor. Llegar a la máxima jefatura de una nación no es cosa fácil, pero mantenerla unida y movilizada, en tiempos de crisis, es tarea compleja y exigente, para estadistas…Hace décadas, líderes como Balaguer, Bosch y Peña, guiaban más con la fuerza de su palabra, la inspiración de su pensamiento, el ejemplo de consagración de vida a la política y los frutos de su trabajo público.

Sin embargo, la política se fue transformando en una tecno/estructura cada vez más costosa, tramposa, engañosa y capturada por los grandes electores en las sombras, cuyo objetivo es amaestrar a “los políticos”, o recambiarlos a conveniencia, sacándolo de un sombrero, con la magia de las encuestas amañadas y el marketing.

Antes, los líderes auténticos expresaban sus posiciones a partir de sus propias convicciones: desde que la política se afianzó como tecno-estructura plutocrática, las posiciones se fijan más a partir de encuestas de opinión o de la correlación de poderes fácticos. Es por eso que proliferan los “seudocratas”, como explica Henríquez Gratereaux….Certera la sentencia de Churchill: “el político piensa en las próximas elecciones, el estadista en las próximas generaciones”. La política electoral obliga a actuar en la coyuntura, por tanto, la visión cortoplacista domina.

Las tácticas y compromisos para ganar elecciones se tragan estrategias de nación que garantizan su porvenir, y que deben procurarse sin pensar en gloria humana o ganancia inmediata, solo en la satisfacción del deber cumplido….Un singular ejemplo de estadista fue Gorbachev: después del desastre de Chernoby, se termino de dar cuenta que el sistema era insostenible. Decidió acometer sin vacilación grandes reformas. Si la URSS se derrumbó no fue por él: sencillamente, el sistema era irredimible. Pero, sí caída del campo socialista fue incruenta, mucho se debe a él…Un líder político o un funcionario de alta jerarquía debe ser cauto con lo que afirma y cómo lo afirma.

Le está permitido no decir todo, por muchas razones: la primera es la prudencia. También, por táctica, es necesario no descubrir sus planes si están en juego intereses de Estado, pero no debe descuidar la percepción, más en un mundo cada vez más interconectado…El capital esencial de un político, como de cualquier persona, es la confianza que genere…y está depende a la vez, de la coherencia entre lo que piensa, dice y hace. Aunque a veces las circunstancias, no permitan lógrala en forma plena, el intento debe ser sincero y permanente…Disraeli decía que “política es la permanente transacción entre el Ideal y la Realidad”.

Es otra forma de decir que la Política “es el arte de lo posible”, pero yo agrego, sólo sera legítima después de haber intentado alcanzar lo que parece imposible.”Lo posible” no debe ser fruto de la pusilánimidad, ni de un intento de conservar una cómoda posición arbitral. Un verdadero líder es más que un árbitro, y nunca será un agente domésticado o dúctil de los grandes grupos de interés ….No es posible hacer verdadera política sin ideales y valores a los que servir.

El burdo pragmatismo enmascara debilidades de carácter. Tratar de complacer a todos es receta de fracaso seguro, y hay asuntos muy serios, los de la Patria, con los que nadie puede jugar sin pagar precio altísimo….Apelar al pueblo soberano y su unidad más allá de diferencias partidarias e ideologícas, para concertar Pactos de Estado, es lo que deben procurar los que actualmente dirigen la nación tanto como los aspiran a dirigirla, en estos tiempos de peligrosas tormentas globales, continentales e insulares.

Continuar con política electorera, simplona, achatada, sería fatal…. ¿Por que los poderes foráneos insisten en imponer la solución RD a problemas de Haití, aunque eso destruiría la nación de Duarte y los Trinitarios ? Sencillamente, porque ven a parte del liderazgo nacional político y no político, débil, disperso, vacilante, medroso…o dispuesto a seguir haciendo pactos nefandos….El Presidente Luis Abinader-sería mezquino negarlo-, ha cambiado a fondo y en el sentido correcto, el discurso de política exterior frente a Haití y las consecuencias de sus crisis. Asimismo, a asumido un compromiso con una política de seguridad y desarrollo fronterizo, a la vez que se ha convertido en el mejor portavoz del clamor del pueblo dominicano a la comunidad internacional para que vaya en rescate y reconstrucción de Haití en Haití.

Pero es obvio que se necesita mucho más que un discurso válido y respetable. Nadie se llame a engaño: el problema real, lacerante, potencialmente letal, está en los enclaves contrarios que responden a poderes foráneos dentro del mismo Estado Dominicano.

El mejor ejemplo es reciente: resulta insólito que un Ministro de Estado, con larga vinculación con los Organismos Internacionales y imbuido de la visión de ideología racialista, lance la acusación mendaz y artera contra el propio pueblo dominicano, de ser medularmente “racista anti-haitiano”, por “pobres y por negros” sin que todavía-por temor o interés-, desde las esferas oficiales, no se haya ni siquiera aplicado la consabida fórmula de distanciamiento: “Esa opinión es personal del Ministro , no representa la posición del gobierno”. ¿Cómo nos van a respetar?

Por Pelegrín Castillo Semán

El Nacional

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