Semana

¿Concho Primo en España?

¿Concho Primo en  España?

Las antologías son la oportunidad para quien te adversa salde sus deudas. Escribí al poeta Basilio Belliard a propósito de la Antología Indómita & brava, Amargord (2017):

“Hojee la antología recién publicada y no estabas tú, como dice el bolero, ¿será porque ya no estás en el poder? Que no esté yo, es explicable”.

Hasta donde sé las antologías son ejercicios de poder, aunque aparenten ser lo contrario, sea que el antologador represente su inteligencia emocional o de grupo. Aun así, el antologador se erige como el Todopoderoso. No hay que olvidar que una antología no es una carta de ruta al paraíso.

Las antologías se erigen para marcar territorios y se hacen “célebres”, por las exclusiones, sin que nadie dé testimonio que todos los que figuran en ellas sean poetas ni cuando venga el polvo del Sahara a rescatarnos de nuestros orígenes, ellos serán salvos.

Lo que llama a la atención de una antología, son las exclusiones, por el escándalo que proporcione, por la selección, justa o no. No hay justicia humana sino divina para el que se erige censor de los demás.

En nuestro país, las antologías no escapan a las guerrillas, aun la conformen los poetas muertos, que son las mejores, porque al fin y al cabo, a los muertos no les importa si fueron buenos o malos poetas, o si son publicados en España. Recordemos la del Centenario del 1944, selección, que los antologadores fueron de robo, a saber: Pedro René Contin y Aybar, Héctor Incháustigui Cabral, entre otros. Unos años más tarde, la de Contin y Aybar para curarse en salud (1950), que incluyó a titirimundi, y luego la de Antonio Fernández Spencer, de Cultura Hispánica, (1953), de doce poetas, que resultaron ser la mayoría trascendentes.

Ahora anda en el ruedo poético una nueva antología, para bien de las letras dominicanas.

Nos asalta Amargord Ediciones, con toda la buena fe del mundo, a la cabeza de Manuel García Cartagena, poeta, con esta antología, lista para ser consumida por los come candelas de los lectores de poesía del país, cuyo antologador, censor y ejecutor, con el dedo y el cerebro frío, determinó quien iba a estar y quien no, con todo el derecho del mundo, pues como gran conocedor en un acto de abracadabra extrajo el nuevo espíritu de la poesía dominicana. Y qué bien que así sea (¡Oigan la bulla!), y dijo: “Estos son y no se hable más de ello”. En su ponderación de cada poeta, por cierto no da a cada quien lo que se merece de acuerdo a sus méritos, por ejemplo. Neronessa, hace una ponderación exagerada y a otro como José Mármol lo despacha con diez líneas.

Quizás su selección fue para los que nunca han sido antologados y a otros incluidos, loco por dejarlos fuera. Un mérito a resaltar, es que el antologador evitó ser juez y parte. No cometió el “error” de otra recién que levantó una polvareda por incluirse los encargados, con todos sus derechos, Belliard y Mármol (Colección Visor), como fondo de portada la Isla en rojo y la de Amargord con un brioso caballo para recorrer a pasos de vencedores la media isla.

Señores, el público no lee poesía, pues ella se encuentra por donde quiera. Que no son los lectores que están locos, sino los poetas. Que el pueblo está esperando que dejen de escribir, mientras no demos rienda suelta a ser justos. No sé hasta dónde hay que ponderar como “fenómenos” de las letras criollas aquel poeta que nada más es joven de edad, pero de “deterioro mental”, hiede. El antologador cree en la estirpe “rimbaudiana”. La selección excelente. Él conoce. Fue una promesa. Los juicios críticos, heredados de su pasado y presente como profesor de primera calidad en el área, lo hacen ser un gran conocedor.

Bienvenida sea esta nueva propuesta por los que nunca han estado en algunas, por los jóvenes que esperan mejores obras, por las exclusiones que no van a generar rechazo. En el fondo va pasar como toda valoración y selección, justa o no, será olvidada.

Algo a resaltar: cualquier poeta que haya sido excluido, por la razón que sea, aspire a estar en otras, pues pasó a ser una pata de ese brioso caballo de las pampas criolla de la portada, con una nueva genealogía.

Y a los excluidos con razón, según el criterio pre-establecido por el antologador… a llorar se ha dicho frente el mar.
El autor es abogado y escritor.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación