«Predican religión en las escuelas y política en las iglesias».
No satisfechos con los irritantes privilegios del concordado trujillista, que da a la iglesia católica la prerrogativa para la enseñanza de la religión en las escuelas, la jerarquía de la iglesia católica, ha conseguido mediante el convenio con la MINERD, una tajada significativa de los recursos del 4%, destinados a la educación de los más pobres para que sean destinados a financiar el personal y la administración de los colegios católicos.
Con este convenio se alejan aún más nuestras aspiraciones de alcanzar una educación científica y laica, tal como aspiraba Juan Bosch en la Constitución de 1963; libre de todo tipo de fundamentalismos, como lo explicó Eugenio María de Hostos en su “Moral Social” e instituyó con la fundación de la Escuela Normal en 1880; y con la perspectiva de género, como implantó Salomé Ureña de Henríquez en 1881.
Adoctrinar a un niño y/o adolescente y obligarlo a aceptar dogmas que la razón y el sentido común rechazan, es sofocar su conciencia y debilitarlo como ser pensante. La educación pública que se financia con los dineros provenientes del pago de nuestros impuestos, no debe privilegiar ninguna religión, en particular y por el contrario debe respetar el derecho que tienen aquellos que no tienen creencias religiosas y prefieren que sus hijos sean educados de maneras críticas y racionales.
Con el dinero a invertir en este maléfico acuerdo, se aleja la posibilidad de dotar a cada estudiante dominicano de una laptop con acceso al internet, que le permita como ciudadano del mundo acceder a los conocimientos y las habilidades digitales que se requieren en el presente mercado de trabajo.
Sin que podamos aspirar a transparencia ni rendición de cuentas, también el CODUE quiere los mismos beneficios para sus colegios. Es esta la revolución educativa?…¿No sería más justo, que los que quieran que sus hijos sean educados bajos determinadas creencias la paguen con su dinero?