POR: Euclides Gutiérrez Félix
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Febrero 2014
El segundo mes del año es febrero, en cuyo transcurso se han desarrollado acontecimientos de extraordinaria importancia en la vida de la nación dominicana que llega ahora, en el 2014, al 170 aniversario de su proclamación como Estado independiente con el nombre de República Dominicana. Glorioso momento en que la idea de Juan Pablo Duarte y sus compañeros fundadores de la sociedad secreta “Trinitaria”, entre los cuales se destacaron Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella.
Juan Pablo no es ni fundador de la nacionalidad dominicana, ni padre de la patria. La nación es una categoría histórica, enmarcada, invariablemente, en el nacimiento de una sociedad de seres que tienen la misma lengua o idioma, los mismos hábitos de vida y costumbres, en los que influyen de manera decisiva las creencias religiosas. La patria es el conjunto de ideas, de compartir un mismo escenario geográfico y de distinguirse por los símbolos como la Bandera y el Escudo, que son galardones que se exhiben y que reciben el homenaje musical de los himnos o marchas, que estimulan los sentimientos más profundos de amor y respeto.
En el mes de febrero que correctamente se llama ahora el “Mes de la Patria”, se produjo en 1863 el conato de levantamiento que habían organizado los héroes que se habían impuesto el deber de rescatar la soberanía de la nación, vendida miserablemente por Pedro Santana a la monarquía española en el año de 1861. En febrero de 1973, rindió con su muerte tributo a la República, Francisco Alberto Caamaño Deñó, Presidente del Gobierno Constitucional de la República en Armas a quien correspondió el honor y la gloria como jefe militar, de encabezar al pueblo dominicano a partir del 24 de abril de 1965.
El coronel Caamaño Deñó, prócer de la República, herido en la montañas de San José de Ocoa, fue ejecutado, por ordenes del gobierno que presidía en aquel momento el doctor Joaquín Balaguer. Caamaño y sus compañeros que murieron en ese intento de establecer un frente guerrillero, pagaron con sus vidas esa valiente y arriesgada decisión y quedaron insertos en las páginas de la historia como héroes inmortales de nuestro pueblo.
Ahora en febrero, de 2014, quedó clausurado el VIII Congreso del Partido de la Liberación Dominicana, que recogió el nombre de “Comandante Norge Botello”, un compañero héroe y prócer de la República, fundador de nuestra organización concebida y dirigida por Juan Bosch, el gran maestro político de América; este congreso que culminó con la ampliación del Comité Central de la organización y del Comité Político también, sirvió para demostrar a nuestro pueblo la indestructible unidad del PLD, que ha dado en los gobiernos presididos por Leonel Fernández Reyna y sucedido ahora por otro gobierno, que preside el compañero Danilo Medina.
Esa unidad indestructible, expresión de la responsabilidad y de la toma de conciencia de los miembros y dirigentes del PLD, es la que le hace acreedor de los dominicanos de seguir apoyándolo y dejando en sus manos y firme decisión, la conducción de sus destinos, pueblo “Legendario, Veterano de la historia y David del Caribe” que enfrenta con su valor tradicional los intentos de poderosas naciones y de sirvientes regionales, que tienen como objetivo destruir las instituciones republicanas, ponernos de rodillas y obligarnos a fusionarnos con el conglomerado humano que lleva por nombre Haití. Nunca jamás lograrán sus propósitos; nunca jamás porque enfrentaremos esa conspiración en el terreno que sea necesario.

