Llueve a cántaros y curiosamente el reloj de la cocina ha comenzado a caminar hacia atrás. Reviso las baterías, pero funcionan bien, excepto con el reloj. Abandono la tarea.
El domingo próximo serán las elecciones presidenciales y debo encontrar las palabras exactas para expresar la desazón existencial de estas horas en que la reflexión rebasa lo personal y abarca el destino de un país, colocado en el mismo trayecto de lo impredecible.
Enciendo el televisor. Me reclino y de pronto aparece un programa sobre Beethoven en Films and Arts. Es un recorrido por sus Sinfonías, donde lo que más me intriga es el análisis de la psicología de un sordo que nos legó la música más estremecedora de todos los tiempos.
Me interesa su fama de hombre de mal carácter, pero que respondía a la petulancia de los escudos nobiliarios del hermano, como terrateniente, con humor y ponía en el suyo: “cerebro habiente”; y que rompió su dedicatoria de la Tercera Sinfonía, llamada Heroica, a Napoleón, cuando este se autoproclamó emperador y Beethoven descubrió a un hombrecito vulgar ávido de poder, no a quien presumía precursor de la igualdad y fraternidad entre los hombres. (Primer cruce).
Pongo atención. Se trata de un concierto de la Novena Sinfonía, (la cual escribió inspirado en el poema Oda a la Alegría del poeta Friedrich Von Schiller, ya totalmente sordo, porque la música estaba en su cabeza), para promover la paz entre las dos Coreas…(Segundo cruce).
La Oda, comienza con estos versos, (Tercer Cruce):
Oh amigos
No en esos tonos
Entonemos otros más agradables
Y llenos de alegría
¡Alegría! ¡alegría!
¡Que el júbilo sea nuestro!
¡Si, que venga aquel que en la tierra
Pueda llamar suya siquiera un alma
Y quien jamás lo ha podido
¡Que se aparte llorando de nuestro grupo!
¡Abracémonos, millares de seres!
¡Este beso es para el mundo entero!
¡Hermanos sobre la bóveda estrellada
Habita un padre amante.
Mundo ¿Presientes al Creador?
Lloro a mares (Cuarto Cruce). Es que me pregunto qué nos ha pasado como nación y por qué habitamos tan lejos de una música en búsqueda de lo Alto?.
Ojalá resonara, en cada centro de votación del próximo domingo 15, la Oda a la Alegría, el punto más alto de la creación humana, cuando todavía, en 1818, éramos un territorio que no se había definido como nación y hoy, 2016, está aún por definirse.
¿Necesitamos recomenzar a escuchar nuestra música? ¿El soplo tenue de la esperanza, que compartiremos este Mayo 15, de domingos lluviosos?