POR: José Díaz
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“Adiós abril”
Se fue Abril llevándose consigo a Gabriel García Márquez. Del “Amor en los tiempos del cólera” son estas bellezas: “Lo único que me duele de morir es que no sea de amor”, “De esa época venían sus teorías más bien simplistas sobre la relación entre el físico de las mujeres y sus aptitudes para el amor. Desconfiaba del tipo sensual, las que parecían capaces de comerse crudo a un caimán de aguja, y que solían ser más pasivas en lacama.
Su tipo era el contrario: esas ranitas escuálidas por las que nadie se tomaba el trabajo de volverse a mirar en la calle, que parecían quedarse en nada cuando se quitaban la ropa, que daban lástima por el crujido de los huesos al primer impacto, y sin embargo podían dejar listo para el cajón de la basura al más hablador de los machucantes.
Había tomado notas (Florentino Ariza) …con la intención de escribir un suplemento práctico del Secretario de los Enamorados, pero el proyecto sufrió la misma suerte del anterior después de que Ausencia Santander lo volteó al derecho y al revés con su sabiduría de perro viejo, lo paró de cabeza, lo subió y lo bajó, lo volvió a parir como nuevo, le hizo trizas sus virtuosismos teóricos, y le enseño lo único que tenía que aprender para el amor: que a la vida no la enseña nadie”.
“…y la Viuda de Dos le dijo (a Florentino Ariza) que se quitara el saco, el chaleco, los pantalones, que se quitara todo si quería, qué carajo, si al fin y al cabo ellos se conocían mejor desnudos…”
Florentino Ariza, después de esperar 53 años 7 meses y 11 días para hacerle el amor a Fermina Daza: “Entonces él extendió los dedos helados en la oscuridad, busco a tientas la otra mano, y la encontró esperándolo.
Ambos fueron bastantes lúcidos para darse cuenta… de que ninguna de las dos era la mano que habían imaginado antes de tocarse, sino dos manos de huesos viejos…Ella (Fermina Daza) empezó a hablar del esposo muerto,…y Florentino Ariza supo en ese momento que también a ella le había llegado la hora de preguntarse con dignidad, con grandeza, con unos deseos incontenibles de vivir, qué hacer con el amor que se le había quedado sin dueño”. Gracias del alma Gabo por haber existido.

