La operación realizada por el Estado dominicano con la empresa Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) donde este recompró casi la totalidad de la deuda de Petrocaribe a un descuento del 52% del valor nominal de la misma, parece trazar una intención no particularmente muy publicitada por el gobierno de Danilo de que este busca hacer su legado en el manejo y administración de la deuda. La historia de la deuda pública bajo el Presidente Danilo luce marcar un ejemplo sobre el cual serán medidos los futuros mandatarios, uno que será difícil de emular. Si las acciones del Gobierno sugieren algo, es que este desea ser recordado por las letras BB-, BB- y Ba3, dadas por las firmas Fitch, Standard & Poor’s y Moody’s respectivamente, lo que en caso de lograrlo, implicaría llevar la deuda del país a la mejor calificación de su historia, con los enormes beneficios que ello implicaría.
Naturalmente, la mejora en la calificación actual de la deuda nacional no alterará la realidad de que el hito de lograr un grado de inversión siga estando a décadas de distancia, pero alcanzar la mejora en la calificación implicaría para la República Dominicana poder endeudarse a niveles mucho más competitivos que muchos de sus similares de la región, y a niveles relativamente comparables con los mejor evaluados.
La recompra de la deuda de Petrocaribe no parece ser un hecho aislado en ese sentido. El actual gobierno se dio el lujo de ser el primero en colocar deuda soberana a 30 años, lo que tiene un impacto importantísimo no solo para las finanzas del Estado, sino para las mismas finanzas privadas que pudieran estar viendo el nacimiento de un muy necesitado y reclamado referente de deuda de largo plazo.
Adicionalmente, la reducción abrupta del déficit mediante la ya famosa austeridad que se ha convertido en signo distintivo de la actual administración, le ha permitido la oportunidad de aprovechar las tasas más bajas con plazos más generosos que la actual coyuntura de los mercados de deuda soberana en el mundo le han abierto.
Claro, el esfuerzo ha encontrado sus tropiezos, como es el caso de la modificación del contrato con la Barrick Gold que apuntaba a maximizar las ganancias de la explotación en el corto plazo, pero que ha sido desfavorecido por el comportamiento de los precios del oro en los mercados internacionales que han persistido un poco por encima de los $1,200 dólares la onza, colocándole muy por debajo de los $1,600 originalmente proyectados.
Más aún, seguirá siendo difícil lograr la soñada mejora en la calificación si el tema tributario no es definitivamente resuelto con el pacto fiscal, algo sobre lo cual el Gobierno debe estar muy al tanto. Pero nada impedirá que una resolución satisfactoria al problema eléctrico que implique una reducción drástica del subsidio pueda alentar a las calificadoras a darle la sorpresa.
Nunca he sido de “celebrarle un cumpleaños” a los políticos por hacer bien su trabajo, pero sería una necedad de mi parte no reconocer el trabajo y la fineza técnica detrás del esfuerzo que viene realizando el Presidente Danilo Medina, como un ciudadano común y corriente, le estoy muy agradecido por el trabajo realizado.