El artículo del domingo pasado, titulado “Mejor que ¨stand¨ es estand y preferible a éste: caseta”, ha originado comentarios que bien merecen ser conocidos, aun contengan puntos de vista discrepantes con la posición de esta columna.
Algunos amigos, escritores de gran talento todos, han objetado la palabra caseta como sustituto del anglicismo “stand”, el cual ha sido adaptado a nuestra lengua con la grafía estand. Entre esos amigos se cuentan Aquiles Julián, desde Santo Domingo; Ángel Rivera Juliao, de Puerto Plata; Carmen Pérez Valerio, de Santiago, y Aidita Selman, también de la capital.
Julián, poeta y cuentista, ha expresado, respecto de los quioscos de la recién finalizada Feria del Libro: “Creo que eran puestos o espacios, no casetas, Rafael. Caseta viene de casa, es un diminutivo. Implica pisos, paredes, techos. Los espacios o puestos son lugares, pero no casetas”.
La poeta santiaguense propone el uso de cubículo para traducir la voz extranjera estand. Quizá no le guste caseta. En tanto, el poeta Rivera Juliao sugiere el vocablo chiringuito, usado en España como sustituto de quiosco o puesto de bebidas al aire libre.
En defensa de la palabra caseta, citaré la cuarta definición que trae el Diccionario académico: “En una feria o exposición, puesto en que se muestran o venden determinados productos, o se proporciona información acerca de algo”.
En cuanto a la voz quiosco (también kiosco) cito la segunda acepción del Diccionario de RAE: “Construcción pequeña que se instala en la calle u otro lugar público para vender en ella periódicos, flores, etc”. El mismo diccionario registra la palabra estand, como adaptación del inglés “stand”, con el significado de “instalación dentro de un mercado o feria, para la exposición o venta de productos”.
Aidita Selman
He escuchado a la escritora Aidita Selman pluralizar “estanes”, botando la /d/ de la escritura original, y me provoca el deseo de que todos lo digamos así. Remitió un texto de 274 palabras, el cual reproduzco a continuación:
La palabra «stand» es problemática, a la hora de buscar su traducción al español, porque caseta, por ejemplo, tiene la connotación de estructura simple construida en «playwood» con techo de zinc y se relaciona con la pobreza o la improvisación, como las casetas efímeras que usan en las construcciones para guardar las herramientas. Pabellón es un lugar grande que puede alojar distintos estanes.
Asociamos un «puesto» a la venta en los mercados. Y los dominicanos somos expertos en diferenciarnos, en distinguirnos con nuestro esnobismo.
Me acabo de dar cuenta de que uso estanes para las instituciones gubernamentales que se alojaron en el Museo del Hombre durante la Feria Internacional del Libro y caseta a la sencilla estructura donde el técnico y el locutor manejaban el perifoneo. Rafael Peralta Romero, defensor de nuestro idioma, tiene mucha razón cuando dice que nos regodeamos al decir «stand». Porque así suena «más fino, más caro, con mejor terminación»…es parte de nuestra idiosincrasia, sobre todo si se trata de exhibir productos y recursos.
Recuerdo cuando trabajaba como directora creativa en Young & Rubicam Damaris, Leibi Ng y yo contrariábamos las reuniones de «brainstorm y moodboards» vociferando palabras taínas. ¡Yuca, canoa, casabe, guanábana! Peralta Romero sugiere quiosco, pero igual lo encontraremos muy pequeño o más apropiado para venta callejera.
De modo que no nos libraremos de los estanes, pero al menos castellanicemos al «stand». Digamos estand y dejemos de creer que si suena anglosajón es mejor. Ya no está de moda usar palabritas en inglés, ahora los lugares sofisticados como las villas de veraneo, usan palabras criollas como Cayacoa, El Limón, La Playita, Coral… ¡Qué hermoso es nuestro idioma!