Editorial Opinión

Debería ser la última

Debería ser la última

El ministro de Relaciones Exteriores vuelve hoy al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU) para de nuevo referirse al Haití que reportó el año pasado 4,789 muertes violentas y 2,490 secuestros, incluidos el de seis monjas, por cuyo rescate los secuestradores exigen al Vaticano tres millones de dólares.

Roberto Álvarez pondrá al día a los 15 miembros de ese organismo sobre el progresivo deterioro económico, político, social e institucional que padece ese país, que navega a la deriva rumbo al despeñadero, sin que la comunidad internacional se digne aun en remolcarlo hacia aguas pacíficas.

El secretario de la ONU, Antonio Guterres, rindió un informe al Consejo de Seguridad sobre las tenebrosas estadísticas de violencia y criminalidad que asolan a Haití, pero el canciller dominicano podría ilustrarlo aún más con datos como la inhabilitación por ataques de bandas armas de 45 comisarías de la Policía con la deserción de 1,636 agentes.

La comparecencia hoy del ministro Álvarez en ese Consejo debería ser la última antes del arribo a Puerto Príncipe del contingente de la Fuerza de Pacificación de Haití, que encabezaría Kenia, previsto para el mes de febrero, pero aún un manto de incertidumbre arropa a ese propósito.

Los grupos armados haitianos han asesinado a 45 policías y causado heridas a otros 75, lo que junto a la carencia de equipos para combatir la delincuencia, es motivo de las constantes deserciones, por lo que el crimen asume el control de gran parte de su territorio.

Sin ser pariente de Haití, República Dominicana se erige como su gran doliente porque de forma directa o indirecta, la anarquía prevaleciente en el lado vecino pone en riesgo la seguridad interior del Estado nacional, incrementa la inmigración ilegal y eleva el riesgo de contagios de delincuencia y violencia.

El canciller está compelido a reiterar ante la ONU la inquebrantable posición del Gobierno y del Estado dominicano de que en ningún escenario este país asumiría responsabilidades mayores ante la crisis haitiana, que no sea la de proteger el territorio limítrofe y ejercer férreo control migratorio.

Ojalá que después de esta comparecencia del canciller dominicano ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la comunidad internacional cumpla con el compromiso de tender la mano a Haití, con el despliegue de la prometida fuerza de pacificación y la dotación de recursos para promover su recuperación económica. Crucen los dedos.

El Nacional

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