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Decepcionado

Decepcionado

Juan Taveras Hernández

El pueblo dominicano debe estar decepcionado por las decisiones tomadas por los tribunales declarando “no culpables” a los imputados acusados de haber adquirido los terrenos de un barrio habitado por miles de ciudadanos, incluyéndolos, como si fueran ganado. De igual manera los jueces enviaron para sus casas a los implicados en los sobornos millonarios otorgados por la empresa que construyó los aviones Super Tucano. El expediente de Odebrecht, al igual que los demás, constituye una vergüenza.

Ángel Rondón es condenado por soborno, pero no hay sobornados, Víctor Díaz Rúa es condenado, no por soborno, que es la acusación primaria, sino por enriquecimiento ilícito.

Una magistrada dijo que los tribunales no están para emitir sentencias complacientes ni calmar la furia de la opinión pública, ni de sectores políticos. Supongo que se refería a una parte de la opinión pública, porque la otra está muy feliz con el descargo, y, el otro sector supongo es el que encabeza el presidente Luis Abinader, empeñado en que los corruptos sean condenados y sus bienes decomisados.

Más adelante mi querida amiga, la procuradora general de la República, Mirian Germán, se destapa con otra declaración en la misma onda: “No se puede administrar justicia para las gradas”, que es donde me encuentro junto con el pueblo. Todos estamos en las gradas viendo como pasa el tiempo y los políticos corruptos terminan en sus casas con un archivo de sus expedientes, un “no ha lugar” o un “no culpable”.

Doña Mirian tiene razón. Y los jueces que evacuan las sentencias, como dicen en mi barrio: “pero poca”. No hay dudas que el sistema de justicia dominicano no funciona más que para los pobres cuyos expedientes rápidamente adquieren el “carácter de la cosa irrevocablemente juzgada”, pero el de los políticos ladrones tardan años y al final son absueltos por una razón u otra.

(Hay miles de infelices presos preventivos pudriéndose en una pocilga porque no pueden pagar una fianza miserable de dos y tres mil pesos. A esos que no pueden pagar abogados costosos, nadie los defiende ni clama por sus derechos. Son “los nadies, que valen menos que la bala que los mata”, como dijera Galeano).

Es verdad, la justicia no está para sentencias complacientes, ni para evitar la furia del pueblo, ni para escuchar los gritos de las gradas donde me encuentro, pero si está, jueces y fiscales, para hacer justicia, para condenar a los delincuentes de la política que les han robado a los pobres de este país el presente y el futuro de sus hijos y nietos.

Considero es hora de revisar de arriba a bajo todo el ordenamiento jurídico del país, modificar las leyes, la Constitución, inclusive, para que en algún momento podamos tener un sistema donde no haya injusticia ni privilegio, donde todos los ciudadanos, ricos y pobres, sean medidos de igual forma.