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Delfina Cheb al rescate de la canción

Delfina Cheb al rescate de la canción

Hamman es la más pequeña de todas las tarimas en Festival Med, que se realiza en Loulé, Portugal. Tamaño ideal para solistas, duetos o trios. Era la vigésima edición de este festival que acontece en el centro histórico de esta ciudad al sur de Portugal, lugar con herencia árabe, judía y cristiana.

En sus cuatro días de duración (junio 27-junio 30) actuaron más de cincuenta artistas de treinta y un países. Es decir, en este festival de las artes, donde hay más que música, lo puro habita en la mezcla, en el cruce de culturas, que desdice de un clima xenofóbico reinante en el mundo.

A Hamman llegan los artistas con propuestas simples. Suben al escenario con lo mínimo, solo su voz o su instrumento. No hay espacio para esconderse. Además, el lugar invita a la intimidad con pocas sillas esparcidas y la ternura de un simple jardín, entre par de árboles.

Han acontecido momentos memorables en éste espacio. Como la presentación de las gallegas Caamaño & Ameixeiras el año pasado. Igualmente con el maliénse Ballaké Sissoko y su kora en esta reciente edición del festival.

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Entonces, la argentina Delfina Cheb llegaba con ese precedente. Ella, sentada con su guitarra bajo un trasfondo azulado y anaranjado, empezaba su desandar a las 9:45 de la noche.

El tema “La noche larga”, de su autoría, abría el concierto. Delfina vertió en seis minutos, la vulnerabilidad y la fragilidad del ser humano. Cantaba de alguien abrumado por el dolor de un desamor o un desaire de la vida. Transcurrida la pena, ya amanecía, decía la canción, ya empezaba a sentirse mejor. Unos acordes menos dramáticos daban el aliviado preámbulo.

Dice la escritora mexicana Ángeles Mastretta que arden los ojos cuando nuestra lengua dice por fin las cosas que se ha callado mucho tiempo. Delfina los cerraba para ocultar el ardor y para canalizar su angustia en unas inflexiones vocales singulares.

Otra de sus muestras lo fue “Milonga del Trovador”, de Horacio Ferrer y Astor Piazzolla. El orgullo gaucho e indio de venir de Sur América, era una declaración de lealtad por su tierra y por la sabiduría de los contadores de historias.

Delfina no pasa de 27 años, sin embargo, se mete en el tango y la milonga, géneros a donde la juventud no tiende a gravitar. Era la música que sonaba en su casa, reveló. Ella retoma los ritmos autóctonos, los cultiva, los alimenta y ese fraseo peculiar la aparta del resto.

Delfina, con su pashmina alrededor del cuello, platicó con el público tanto en inglés como en español como igual bromeó y abrió un puente fluido de comunicación. Luego seguía con “Esquinas porteñas”, retrato de vecindarios y nostalgia. Calles y esquinas, recuerdos en el espejo retrovisor.

Ella no ciñe a la rigidez de ese género del tango, se toma libertades, le imprime su parecer y por ello, la pieza sonaba fresca. La interprete ha tenido la mano sabia del español Javier Limón, su profesor en las escuelas de música en Boston, en sus dos producciones discográficas “Doce milongas de amor y un tango desesperado” (2020) y “Buenos Aires” (2022). Limón, es para muchos el productor musical más prominente de Iberoamérica por la últimos tres lustros.

Han producido álbumes muy elogiados de artistas como Buika, Enrique Morente, Paco de Lucía, Diego El Cigala, Bebo Valdés, Joaquín Sabina, Andrés Calamaro y Mariza, entre muchos.

A sus 18, se fue a estudiar a Boston en el Berklee School of Music una doble licenciatura en composición de jazz y vocalización. Hizo su maestría en improvisación contemporánea en el Conservatorio de Nueva Inglaterra, en la misma ciudad. Hoy sus esfuerzos están centrados en un doctorado en musicología en la misma institución.

Delfina, cuyo lado paterno tiene raíces en Siria, confesó que su participación en el Festival Med fue una de las mejores noches de su vida. “Me sentí libre, me sentí cantora. Me sentí”, expresó en su cuenta de Instagram. También mostró su alegría porque partes de su concierto fueron registradas, grabadas.

En una breve entrevista que sostuvimos, dijo desde Buenos Aires que sus planes inmediatos son unos conciertos en España y Portugal. Cuestionada por sus referentes musicales latinoamericanos, los condensó en seis nombres: Mercedes Sosa, Susana Baca, Carlos Gardel, Héctor Lavoe, Rubén Blades y Juan Luis Guerra.

Embriagada con la ilusión por la música, Delfina se ganó al público con la honestidad de su entrega. Aquí en Hamman, a donde siglos atrás venían muchos a darse baños purificadores turcos, todos nos sentimos renovados y esperanzados con una artista que cantó como si fuera su última vez.

El autor es productor del programa Mar afuera.

Rafael Mieses
rmieses@yahoo.com

El Nacional

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