¡Tiempos interesantes!
Según el filósofo esloveno Slavoj Zizek (Pedir lo imposible, 2014) los chinos tienen un proverbio que dice que si realmente odias a alguien, la maldición que le lanzas es “¡espero que vivas tiempos interesantes!”.
En términos más generales Zizek apunta que “históricamente, los “tiempos interesantes” han sido periodos de intranquilidad, guerra y luchas por el poder en los que millones de inocentes sufrieron las consecuencias”.
En cierto sentido, en los planos sociales, éticos y políticos institucionales la sociedad dominicana marcha desde hace algunos años como un colectivo marcado por la citada maldición china.
Es conocido – y seguimos en China – que Mao Zedong, en sus instrucciones teóricas a sus compañeros de revolución decía que todo fenómeno se divide en dos (“uno se divide en dos”), “un aspecto positivo y otro negativo”, y que lo que habría que determinar en cada situación concreta es cuál condición pesa más.
Por ejemplo, en los últimos años nuestra sociedad ha visto crecer extraordinariamente la infraestructura vial, turística, habitacional y plazas comerciales o malls en las principales urbes. Esa formidable acumulación de capital físico y monetario es inocultable; pero, simultáneamente, hemos involucionado en intangibles vitales, esencialmente humanos, como la seguridad mínima de la vida, la confianza en los jueces y fiscales, y ya no nos estremece contemplar el saqueo impune de la hacienda pública.
Todo esto retrata una profunda descapitalización humano social, que va dejando un país con metros, teleférico y gran circulación de dinero, aunque con tendencia a la miseria espiritual y frágil cohesión social.
Los historiadores han demostrado que todas las sociedades viven periodos de cambios que generan inquietud e incertidumbre. La peculiaridad del caso dominicano es que el epicentro del terremoto (“crecimiento”, dicen) que está desmoronando nuestro edificio moral, social e institucional se encuentra en el terreno de lo político.
El actual estado de crispación de la sociedad se origina en las actuaciones de la Suprema Corte de Justicia y sus ramales, en el asalto del Congreso para imponer la reelección y en la violencia arrogante, fatal, entre políticos descarrilados por el dinero y el poder.
¡Tiempos interesantes!