Editorial Opinión

Diálogo

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El diálogo representa el camino más idóneo para resolver el conflicto entre República Dominicana y Haití provocado por la construcción en el lado haitiano de un canal de desvío del rio Masacre, por lo que debería recibirse con buenos augurios una posible mediación de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Una escala mayor en esa confrontación no beneficiaría a ninguno de los Estados que comparten La Hispaniola, menos al haitiano, desgarrado hoy por la violencia y la indefensión institucional que aguarda por una intervención internacional en la esperanza de librarse del horror que imponen bandas armadas.

Pretender descalificar a la OEA para ejercer un rol mediador, basado en la supuesta postura anti dominicana de esa organización y en particular de su secretario general, Luis Almagro, sería una insensatez, toda vez que mediar no significaría imponer, sino desbrozar caminos hacia el acatamiento del Tratado de 1929.

El gobierno dominicano ha hecho bien en reiterar a la OEA su disposición al diálogo con las autoridades haitianas, aunque insiste en que sería con la condición de que se paralice la construcción de esa obra, además de invitar al secretario Almagro a que constate personalmente la problemática.

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Haití insiste en señalar que tiene derecho al aprovechamiento de las aguas del Masacre, lo que no ha sido objetado por el Gobierno, que sí rechaza que se levante una obra hidráulica sin previa comunicación ni consentimiento de las autoridades dominicanas.

La vicepresidenta Raquel Peña interpreta el amplio sentir colectivo al favorecer la oferta de colaboración que ha hecho la OEA en procura de resolver un conflicto, cuya solución estaría íntimamente relacionada con el respeto absoluto al tratado de buena vecindad firmado por Haití y República Dominicana.

Elites académicas y económicas de Haití mercadean la tesis de que República Dominicana pretende imponer por la fuerza una especie de “hidrohegemonía”, y advierten habilitación del canal La Vigía provocaría un escalamiento del conflicto porque afectaría la obra hídrica que se construye del lado haitiano.

Sin que nadie aspire a que el gobierno dominicano renuncie a su obligación de defender la soberanía nacional, la oferta de mediación ofrecida por la OEA o cualquier otro organismo que comprometa a las partes al diálogo y a la negociación como vía de resolución de ese conflicto, debe ser alentada y promovida en ambos lados de la frontera.

El Nacional

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