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 Geopolítica ambiental

 

La mayor parte de los defensores del ambiente desconoce que las estrategias, normativas y manejo del entorno ambiental son parte de geopolítica de las grandes corporaciones y de estados que se consideran rectores del ambiente mundial, por eso nunca firman acuerdos, convenciones ni convenios que tiendan a disgustar a los grandes inversores. La primera evidencia de ello la encontramos con la última carta papal sobre ecología, inmediatamente esta encíclica salió las grandes corporaciones lanzaron el grito al cielo.

La biodiversidad aparece no sólo como una multiplicidad de formas de vida, sino como zonas de reservas de naturaleza –territorios y hábitat de esa diversidad biológica y cultural–, que hoy están siendo valorizados por su riqueza genética, sus recursos ecoturísticos y su función como colectores de carbono.

De allí la importancia de la encíclica papal. La geopolítica de la biodiversidad y del desarrollo sustentable no sólo prolonga e intensifica los anteriores procesos de apropiación destructiva de los recursos naturales, sino que cambia las formas de intervención y apropiación de la naturaleza y lleva a su límite la lógica de la racionalidad económica.

Esta abarca diferentes aspectos que tienden a complicar la existencia a grandes corporaciones mineras y de extracción diversa como la moda del petróleo por fractura que según se informa no ha tenido la magnitud que muchos se ufanan en vanagloriar.

Esta nueva geopolítica de la sustentabilidad se configura en el contexto de una globalización económica que, al tiempo que lleva a la desnaturalización de la naturaleza, promueve con el discurso del desarrollo sostenible una estrategia de apropiación que busca “naturalizar” la mercantilización de la naturaleza las políticas de la globalización económico-ecológica ponen de manifiesto la impotencia de conocimiento para comprender y solucionar los problemas que han generado sus formas de conocimiento del mundo; el discurso del crecimiento sostenible levanta una cortina de humo que vela las causas reales de la crisis ecológica. Mientras los defensores del ambiente no se den cuenta de por dónde anda la realidad sus luchas se harán más cuesta arriba. En este sentido las políticas recientes en torno a la biodiversidad no responden tan sólo a una preocupación por la pérdida de especies biológicas y por su importante papel en el equilibrio ecológico del planeta. La biodiversidad se ha revelado como un enorme banco de recursos genéticos que son la materia prima de los grandes consorcios de las industrias farmacéuticas y de alimentos, cuyo valor económico supera ya el de los consorcios petroleros. La geopolítica del desarrollo sostenible mira con optimismo la solución de las contradicciones entre economía y ecología al proponer la reconversión de la biodiversidad en colectores de gases de efecto invernadero, con lo cual se exculpa a los países industrializados de sus excedentes de sus cuotas de emisiones, mientras se induce una reconversión ecológica de los países del tercer mundo. Ubicar la realidad geopolítica es avanzar en nuestro afán de un mundo más humano, mas conservado y sobre todo con futuro para los nietos e hijos.

El Nacional

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