El papa Francisco ha vuelto a enviar uno de esos mensajes que ponen el dedo en la llaga u obligan a rasgar las vestiduras. “Las condiciones sociales injustas, como el desempleo, pueden conducir al pecado, la ruina financiera e incluso el suicidio”, subrayó el Sumo Pontífice en su primer mensaje de Cuaresma.
Por la criminalidad, la inseguridad, embarazos de adolescentes, drogadicción, suicidios y feminicidios sus palabras tienen por estos litorales un gran significado. El Papa, quien se ha caracterizado por su modestia, advirtió a los católicos que cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a las exigencias de una distribución justa de las riquezas. A tono con su estilo expresó su preocupación por lo que llamó miseria moral, que consiste en la esclavitud del vicio y el pecado.
Cabe esperar que las prédicas del Pontífice calen o sirvan para reflexionar, no sólo a los católicos, sino a todos los sectores. En aras de un mundo menos injusto.

