POR: Orlando Gómez Torres
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Desde principios del año pasado un bloque de países que incluyen a Estados Unidos y los miembros del bloque de la Unión Europea han estado trabajando en la creación de un Acuerdo de Intercambio en Servicios (TISA por sus siglas en inglés), el cual operaría tendente a alcanzar la liberalización de los mercados de servicios dentro de todos los países que se unan al mismo. Unos 50 países que suman más del 70% de la industria de servicios a nivel mundial ya se han incorporado, incluyendo a Costa Rica, Panamá, Colombia, Chile, México y Paraguay.
La República Dominicana, donde los servicios componen la mayor parte de su economía, aún no está participando, lo cual es un lujo que quizás no deberíamos permitirnos. El acuerdo prevé la liberación de mercados tales como el de los servicios financieros, las telecomunicaciones, el transporte marítimo, electricidad, agua y hasta los servicios profesionales (abogados, contadores, doctores, etc.), entre muchos otros, buscando facilitar la oferta transfronteriza de los mismos. Nuestro país, que tiene una economía marcadamente orientada hacia los servicios tendría mucho que ganar de una liberalización de estos, pudiendo estar en condiciones de entrar en mercados más grandes de la región.
Adicionalmente los consumidores de distintos mercados como el de telecomunicaciones podrían beneficiarse de una mayor apertura en servicios que han sido sofocados competitivamente por una regulación tediosamente excesiva. Naturalmente, la implementación de cualquier acuerdo de esa naturaleza inevitablemente va a conllevar una severa armonización legislativa entre todos los países participantes a los fines de que este pueda tener un efecto realista en su implementación. Uno de los efectos más positivos del DR-CAFTA en la República Dominicana fue la importante reestructuración legislativa que obligó su implementación a los fines de dar un cumplimiento aceptable de lo estipulado en ese acuerdo.
El proceso de armonización del TISA pudiera aportarnos prácticas legislativas positivas adicionales que estaría requiriendo nuestro país para poder ajustarse y facilitar la forma de hacer negocios, que actualmente es notoriamente obstruccionista y deficiente.
Con ya unas 6 rondas y un poco más de un año de conversaciones aún no es tarde para la República Dominicana incorporarse y participar en las conversaciones para adicionalmente incluir normas en áreas estratégicas como el turismo. Aprovechemos las oportunidades que surgen ahora, para apostar a nuestro desarrollo mañana.