El alzheimer, al borrar la memoria de la persona, contribuye a que ésta prácticamente desaparezca en vida.
El alzheimer es una enfermedad horrible. La aseveración no es exagerada si nos atenemos a los estragos que causa tanto en personas normales como en celebridades. Desde la entonces llamada Dama de Hierro de Inglaterra, Margaret Thatcher, hasta el creador de mundos y lugares mágicos, como Macondo, Gabriel García Márquez, han sido parte de sus víctimas.
Este mal destruye la memoria y los recuerdos. Pero el dolor que causa es complejo y arrastra más allá de la víctima, al círculo familiar.
Fue la ex Primera Dama de los Estados Unidos, Nancy Reagan (fallecida), quien definió el padecimiento del alzheimer como una de las más terrible de las enfermedades y que la sometió a uno de los más crueles episodios de la existencia que debió afrontar, pues vio cómo se iba disminuyendo el compañero de toda su vida, el ex presidente Ronald Reagan.
Le tocó tener que lidiar de tú a tú con ese monstruo que va borrando la capacidad de recordar de las personas, y que lo va hundiendo en un abismo donde no se reconoce ni él mismo.
El alzheimer, al borrar la memoria de la persona, contribuye a que ésta prácticamente desaparezca en vida. Ahí el punto de inflexión que da paso al dolor: el caparazón de la persona está, pero el mecanismo que mueve los recuerdos, que activa la memoria, se esfuma.
En unas emotivas memorias, Nancy Reagan, habló de lo doloroso que fue tener que vivir día a día el hecho de que su amado esposo ya no la reconociera, y que ella representara para él tan sólo una extraña.
Irónicamente el propio Ronald Reagan siendo Presidente había negado fondos para la investigación del problema, y comenzó a padecerlo mientras aún ocupaba el Despacho Oval de la Casa Blanca. Ignoro si ese episodio fue dramatizado por Hollywood, pero de que tiene un gran filón el tema, lo tiene. Imagínese usted el hombre dirigiendo el país más poderoso de la tierra y olvidándose de cosas.
Con el tiempo la lista de famosos que padecen y han padecido la enfermedad ha ido extendiéndose, y el estigma de sufrirlo se ha ido difuminando. Es así como la gente empezó a sensibilizarse y saber que esa pavorosa hidra atacaba a personas de todas las clases sociales, sin importar tampoco la condición intelectual.
El alzheimer es un padecimiento que borra lo más hermoso que todo llevamos dentro: los recuerdos. De ahí que la marca que deje sea tan indeleble, que el dolor que señala en el alma se convierta en tan potente.
El escritor García Márquez fue una de las últimas víctimas más connotadas de esta enfermedad.
Paradójicamente el autor de los inolvidables textos “Cien años de soledad” y “Crónica de una muerte anunciada”, quien ejercía un oficio donde la memoria y los recuerdos son parte fundamental para elaborar la madeja de su arte, fue azotado por la misma.
De ahí que de un momento a otro sus familiares lo alejaron de la vida pública y que sus apariciones se hicieran más esporádicas. Sus amigos más íntimos contaban de las estrategias del autor de El Coronel no tiene quien le escriba, para que la gente no se percatara que padecía de alzheimer y que empezaba a olvidar cosas.
Causó pesar ver al actor Jack Nicholson acompañado de uno de sus hijos, cuando aún asistía a los juegos de sus amados Lakers en la NBA. Enfocado en un primer plano, penetrando en ese rostro que tan maravillosamente interpretó el mal, se pudo vislumbrar que ya no era el mismo, que algo fallaba en él.
En fin, lo más terrible de la enfermedad del alzheimer es que impide entrar a la muerte con los ojos abiertos, como aspiraba el emperador bueno Adriano.
Sin memoria, sin recuerdos, sin saber quién se es, el alzheimer obliga a salir de la vida por la puerta de atrás, y sin percatarse cuando se va acercando la parca.
Por el momento, la ciencia libra una lucha contra el mal, mientras los familiares de quienes lo tienen, se envuelven diariamente en un drama.
El autor es periodista y escritor.