Orto-escritura Semana

El disfemismo también existe

El disfemismo también existe

El disfemismo es propio de gente grosera.

Tras la publicación de dos artículos sobre eufemismos (domingos 13 y 20 de agosto), se justifica tratar la contraparte: el disfemismo. Se define así: “Modo de decir que consiste en nombrar una realidad con una expresión peyorativa o con intención de rebajarla de categoría, en oposición a eufemismo”, Diccionario de la lengua española.

El uso de una forma (eufemismo) o la otra (disfemismo) implica una actitud sicológica manifiesta y puede contribuir a la identificación del carácter del hablante. Quien disfrute ser grosero preferirá expresiones como “guindar los tenis”, o “panquearse”, mientras quienes buscan lucir diferentes dirán “ya no está con nosotros”, “pasó a mejor vida”. El punto medio y más objetivo se fundamenta en el verbo morir. Este no es eufemístico ni tampoco ofensivo.

Los disfemismos parten de una intención desdeñosa y peyorativa de quien habla. Los referidos a personas pueden incluir ideas discriminatorias en función de color de piel (negro, jojoto, jabao, mono, desteñío, descolorido), condición física (gorda, nevera, malogrado, fleco, petiseco, medialibra), clase social (ruyío, pelafustán, pelagatos, arrastrado, desbarato, jorocón, tutumpote), nivel de estudios y capacidad de desempeño (bruto, guanajo, pendejo, pariguayo, tarado, pelele, monigote, tarúpido, amemado), menoscabo físico (bizco, ñato, torcido, tuñeco, tolargo, larguirucho, enano) o preferencia sexual.

Quien no quiera usar eufemismo ni disfemismo para referirse a una persona que prefiere relación sentimental con otra de su mismo sexo deberá usar el término homosexual. Una mujer que se vincula eróticamente con otra es homosexual, pero suena más suave llamarse lesbiana. Un disfemismo muy marcado es el empleado en el habla dominicana para este caso. Prefiero omitirlo.

La homosexualidad masculina se menciona con muchos disfemismos que varían según el país. En República Dominicana los más conocidos son maricón y pájaro, que resultan palabras malsonantes. Quiero saber si quienes rechazan el uso de eufemismos, se refieren a estas personas con esos términos o prefieren la lista de eufemismos contenidos en las siglas: LGBTQ.

Las primeras cuatro letras de esta abreviatura representan voces eufemísticas: “lesbianas, gais, bisexuales y transexuales”, aunque todo sea lo mismo. Igualmente es disfemismo y malsonante la voz marica, pese a que deriva (diminutivo) del nombre María.

Resulta muy productivo de eufemismos y disfemismos el oficio de las personas que mantienen relaciones sexuales a cambio de dinero. Prostituta o ramera son voces equilibradas que ni ofenden ni defienden.

En el nuevo “orden” social y comunicacional que procuran algunos grupos, a las mujeres que se ocupan de esta denigrante ocupación se les denomina trabajadoras sexuales, un perfecto eufemismo. Todos sabemos que en el habla dominicana la palabra es cuero. Incluso, cueros varones como el famoso Rubirosa. Quizá sea un disfemismo.

Por igual, son disfemismos las voces chupatintas (oficinista de poca categoría), matasanos (médico), leguleyo (abogado), sacamuelas (odontólogo), loquero (psiquiatra), cuquero (ginecólogo), picapleitos (abogado),cuartillero, gacetillero (periodista).

Hay disfemismos que se refieren a cosas, a fin de restarles importancia o valor material: cacharro, trasto, cachivache, casucha, choza, trapo, tereques, ñipo, penco.

La necesidad de mostrarse tosco frente al otro lleva a unas personas a crear expresiones insultantes: sopa aguada o aguá, saco de sal, sangre de toro, caco de locrio, nariz de frononó, cuerpo de maco, dientes de paleta, dientes de piano, boca de piano, boca de tanque, cuatro ojos, pata de palo, pata de rifle.

Termino con Albert Carnoy, lingüista belga, citado por Lázaro Carreter, en su Diccionario de términos filológicos, quien expresa: “El disfemismo es un esfuerzo para liberarse de la actitud admirativa o respetuosa que gravita, en general, sobre la humanidad media. Consiste sobre todo en la sustitución de los términos nobles o simplemente normales por expresiones tomadas en dominios más vulgares, más familiares”. (pág. 145).