Parafraseando aquello de ¿que fue primero, el huevo o la gallina? y asentándolo en nuestra realidad, podríamos preguntarnos ¿quién fue primero el corrupto o el corruptor? y ¿cual es más nocivo de los dos?.

En verdad desde tiempos inmemorables no existe el uno sin el otro y es tan dañino el uno como el otro.
Para un contratista, es música para sus oídos cuando le dicen…si le sacas tanto a fulano el contrato es tuyo. No importa cuanto sea, se carga a la obra y san se acabo, total pagamos nosotros .

Para un funcionario, que siempre es un político, es dulce melodía cuando suena la música que dice….si le das el contrato te aseguran tanto.

Pero no son solo estos los protagonistas de esta tragedia, también están los supervisores de obras tanto internos como externos, ellos saben cuando la obra está sobrevaluada o no, igualmente los auditores internos y externos conocen los costos y ambos justifican adendas que incrementan el costo y violan la ley de compras y contrataciones.
Odebrecht es la gota que hizo correar la copa.

Es una larga madeja de complicidades finamente estructurada, que llega hasta los niveles superiores incluyendo los niveles superiores más superiores, a los estamentos políticos y a otros estamentos quizás inimaginables.

Odebrecht, sin ser el peor de los casos en su género, es quizás la gota que hizo chorrear la copa.

El país, con ojos desorbitados ante verdades que siempre supo y nunca le importó reconocer o denunciar, está viendo en vivo y directo la tragedia de esta añeja corrupción, así como las complicidades de esta red mafiosa y la falta de voluntad política para enfrentarla. Ahora siente el pus de la corrupción supurando por los poros del tejido social.

Odebrecht pondrá a prueba nuestro sistema judicial, así como al gobierno, a los partidos, a los políticos y al propio Estado.
Con 184 millones que, además, podrán recuperar en las próximas obras, pretenden acallar la vergüenza de miles de millones en obras sobrevaluadas. Así que fácil es.