Editorial Opinión

El Marchante

El Marchante

Leo Corporán, cuyo nombre de pila es Leonardo de Jesús Heredia Castillo, ha sido exaltado, junto a otros once deportistas, al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano, como coronación a sus más de 60 años dedicados a la promoción del deporte y la cultura.

Desde el emblemático Club Mauricio Báez, en el populoso barrio Villa Juana, del que en 1963 fue miembro fundador, este líder comunitario ha sido padre, guía y maestro de miles de jóvenes que abrevaron en su magisterio de valores y ejemplo de bien hasta asumir para sí y para los suyos la máxima de Juvenal, de mente sana en cuerpo sano.

A base de arduo trabajo y sacrificio, Leo corporán y una prolífera camada de jóvenes lograron labrar en el “Mauricio”, una de las instituciones de fomento del deporte, educación, arte y cultura más relevantes de la República, cantera inagotable de atletas y artistas y gran referente de Centroamérica y el Caribe.

La otra pasión de este hoy inmortal del deporte ha sido el periodismo que ejerce por casi medio siglo, gran parte de los cuales como editorr de la sección de deportes de El Nacional, desde cuyas páginas también promueve de manera intensa y profusa el deporte en todas sus disciplinas.

El Nacional expresa regocijo por la exaltación de Leo Corporán al Pabellón de la Fama del Deporte, distinción también alcanzada por el inolvidable Rosservett Comarazamy (qepd).

La ocasión es propicia para felicitar a los demás elevados a la inmortalidad deportiva: Armando Benítez, Adrián Beltré, Julián Heredia, Isaac Ogando, Lariza Díaz, Dionicio Gustavo, Eliseo González, Brenda Corrie, Brígida Pérez, Joselito Ramos y Robert Jiménez.

Insólito

Que un privado de libertad asesine a cuchilladas a su pareja sentimental dentro de su celda, es ya un caso escandaloso, pero que ese presidiario disponga de una cuchilla artesanal para ultimar a su víctima y de un teléfono celular para advertir elaborar un video después de cometido el crimen, raya en lo insólito.

Gregorio Matos Carrasco (Papito Forever), quien guarda prisión en la cárcel de la Fortaleza La Concepción, en La Vega, por homicidio y asociación de malhechores, asesinó a su pareja sentimental, Casandra Castillo, a quien infirió varias heridas en el cuello, un arma cortante elaborada en la misma cárcel, donde también usaba un teléfono celular con el cual envió a las redes un video en el que advertía sobre posibles represalias en su contra.

Historia como esta consternan, enojan e indignan, porque se trata de una tragedia que desnuda de cuerpo y alma el desastre mayúsculo que significa el sistema carcelario nacional, erigido en una selva con predominio del caos.

El Nacional

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